Son los rayos de bola, o rosario, los que llamamos “centellas”. Es un fenómeno poco frecuente y que no tiene una razón científica universalmente aceptada, por la diversidad de formas (bolas, anillos, coronas) y de colores (rojo, anaranjado, azul, verde) que puede adoptar.

La temperatura que se alcanza una vez desarrollado el rayo de bola es altísima (unos 4.000ºC). Los que han presenciado los relámpagos esféricos indican que la atmósfera queda impregnada de un olor fuerte a azufre, ozono y ácido sulfúrico. Hay quien ha tratado de relacionar el desarrollo de centellas con fenómenos ovni –por ejemplo, en avistamientos desde aviones con cielos cubiertos–, debido a la luminosidad de los rayos esféricos, y a sus trayectorias rápidas y, a menudo, erráticas.

Jorge Olcina
Climatólogo. Universidad de Alicante

Enviada por Belén Gómez, Madrid

Redacción QUO