El día ocho de junio de 2009, desde el Centro Espacial Esrange, cerca de la ciudad de Kiruna, en Suecia, despegó una de las misiones más curiosas de los últimos años: El proyecto Sunrise. Se trataba de una expedición que se trasladó al Polo Norte y que tenía como objetivo elevar a 40 kilómetros de altura un globo estratosférico dotado con un telescopio de un metro, especialmente diseñado para estudiar los campos magnéticos del Sol a resoluciones espaciales y temporales nunca vistas.

Los espectaculares resultados de la misión se están haciendo públicos en estos días, y por eso nos hemos puesto en contacto con el responsable del telescopio, Valentín Martínez Pillet, astrofísico alicantino residente en Tenerife, para que nos cuente cómo surgió y se desarrolló la idea del proyecto Sunrise. Nos encontramos con él en un hotel del sur de la isla.

P ¿Cuánto sabemos sobre el Sol? ¿Por qué son necesarias nuevas misiones para estudiarlo?
R El Sol es el astro que más influye en nosotros, y no es un objeto estático e inmutable. Cambia, tiene ciclos y mutaciones que nos afectan. Sabemos bastante sobre él, pero ahora, a los astrofísicos que nos dedicamos a estudiarlo se nos exige no solo conocerlo, sino predecirlo. Saber cómo se va a comportar y en qué medida nos va a afectar. Para eso, necesitamos conocerlo aún mejor.

P ¿Cómo se os ocurrió la misión Sunrise? Es decir, lanzar un globo desde el Polo Norte con un telescopio a bordo no es algo que se vea todos los días…
R La idea del proyecto Sunrise surgió hace algo más de siete años, en una convención científica donde nos encontramos astrofísicos e ingenieros de varios institutos, y es una de esas ideas que nacen sin que nadie te las proponga, sin que ningún mando superior te las ordene. Se trata de un proyecto que surge de abajo y se va formando, va tomando consistencia, hasta que se convierte en realidad.

[image id=»24146″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]

LOS PREPARATIVOS
P La NASA llevaba bastante tiempo intentando poner en órbita un telescopio solar de esas características y dimensiones, pero todos sus proyectos se habían visto frenados por el elevado coste de sus lanzamientos. ¿Cómo conseguisteis financiar Sunrise?
R Nuestro telescopio se adaptaba perfectamente a lo que NASA estaba buscando, con el añadido de que Sunrise era unas veinte veces más barato que un lanzamiento normal. Además, los americanos llevan años desarrollando un programa de globos suborbitales con buenos resultados, con lo cual la idea les pareció rentable y factible.

P Sunrise es un proyecto internacional que ha sido posible gracias a la colaboración de diversas agencias. ¿Cómo encajaban todas las piezas?
R Durante la preparación del proyecto nos preocupaba mucho encajar bien todas las secciones del globo. La barquilla se construía en EEUU, el telescopio lo diseñaban en Alemania, y en España nos encargábamos del instrumento del plano focal. El conjunto se organizaba desde Alemania. Ya te puedes imaginar que nos surgían muchas dudas y el miedo de que los componentes no se ajustaran entre ellos estaba presente… pulgadas americanas, centímetros europeos… Pero al final todo cuadró, y tanto la barquilla como el globo se ajustaron perfectamente en todos sus elementos (tanto los que llegaron de América como los que se enviaron desde Europa).

P Decidisteis lanzarlo desde el Polo Norte, aunque en principio la idea original era lanzarlo desde el Polo Sur; sin embargo, las complicaciones de logística y traslado eran mucho mayores desde McMurdo, en la Antártida, y finalmente se decidió realizar el lanzamiento desde la base de Esrange, en el norte. Debió ser realmente complicado…
R Las preparaciones previas al lanzamiento fueron verdaderamente estresantes: todo el mundo iba de acá para allá realizando los últimos ajustes y pruebas, el equipo estuvo horas y horas sin dormir. Estábamos muy cansados, algunos se dormían en cualquier lado, pero al final la hora llegó y Sunrise estaba lista para volar.

P A las 8:30 de la mañana de aquel 8 de junio, el globo estratosférico con el telescopio de Sunrise y el instrumento IMaX comenzó a elevarse. A partir de ahí, ¿todo fue como lo esperabais o hubo alguna sorpresa?
R Cuando el globo ya estaba en el aire, nos dimos cuenta de que algo no marchaba bien. La polea encargada del acimut del telescopio no estaba funcionando. A pesar de que todo se había calculado y revisado varias veces, la pieza encargada de mover el telescopio no estaba encendida y ponía en peligro toda la misión. Lo primero que pensé fue: “Es un desastre, siete años de trabajo tirados en un minuto…” De hecho, me fui a dormir un par de horas pensando que la misión no iba a funcionar.

P Mientras tanto, la orden fue la de encender todos los aparatos del globo buscando generar todos los vatios posibles para que, en el ascenso, la polea no se congelara. Es uno de los peligros más frecuentes de las misiones en globo: hasta alcanzar la cota de 40 km, los equipos tienen que soportar temperaturas muy por debajo de cero. En los polos, ya a 40 km y por acción de la ionosfera, se produce una inversión de la temperatura, lo que hace que se alcancen unos cómodos 25ºC. Pero muchas misiones no logran siquiera llegar ahí. ¿Sunrise parecía que iba a ser una de ellas?
R Pusimos todos los equipos a funcionar al máximo de sus posibilidades, con el objetivo de generar calor y conseguir que la polea no se congelara. Fueron unas horas de un gran suspense en las que muchos pensábamos que no lo íbamos a conseguir. Sin embargo, cuando recibimos las primeras imágenes en thumbnail (miniatura) desde el globo, la reacción fue como en las películas: todos saltando y abrazándonos de alegría. Solo eran las primeras fotografías en baja resolución, pero eran espectaculares. La misión se había salvado.

P El globo ascendió prácticamente en línea recta hasta alcanzar los 40 kilómetros de altura, y una vez allí comenzó a desplazarse con las corrientes de aire circumpolares a una velocidad media de 60 kilómetros por hora. Durante cuatro días sobrevoló Suecia, Noruega, Groenlandia y atravesó el océano Atlántico para aterrizar en Canadá, donde un equipo de la NASA esperaba para recogerlo. ¿Cómo fue el rescate?
R También tuvimos dudas en estos momentos: en el aire todo había funcionado correctamente, pero a veces ocurre que durante el descenso y el aterrizaje los aparatos, y en especial los discos duros con la información recogida, pueden resultar dañados.

P Sunrise y el telescopio nos han traído imágenes del Sol increíbles. El IMaX ha conseguido imágenes y secuencias de vídeo de los campos magnéticos del limbo solar en una gran resolución. ¿Todo un éxito?
R En órbita hay muchos telescopios que se encargan de estudiar el Sol. El SOHO, el H-INODE japonés… Sin embargo, están diseñados para observar el Sol a gran escala, no se pueden comparar con la dimensión del telescopio que nosotros hemos lanzado. Un telescopio de un metro con un instrumento como el IMaX nos ha permitido ver fenómenos en el Sol fijándonos en zonas de solo 100 kilómetros de superficie. Para que te hagas una idea, hemos visto lo que ocurre en el campo magnético del Sol en regiones similares en extensión a esta isla de Tenerife.

P Los datos se están haciendo públicos en estos meses, se han enviado a multitud de institutos y universidades para que los científicos puedan estudiarlos y, de aquí a poco, comenzarán a llegar los primeros resultados aplicables y publicables. ¿Cuál es el futuro de Sunrise?
R Los alemanes están encantados con el proyecto y ya nos han pedido que lo repitamos para el año 2013. Hay que tener en cuenta que en estos momentos el Sol está despertándose y se está encaminando a un máximo solar para ese año. La idea es volver a lanzar Sunrise para ese solarmax, y en esta ocasión, hacerlo desde el Polo Sur. El tiempo y los resultados nos dirán hacia dónde encaminamos nuestros pasos posteriormente.

Pincha en la imagen para ver la ruta de Sunrise:

[image id=»24148″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]

Redacción QUO