Un equipo de astrónomos de la Universidad de Warwick, liderados por Christopher Manser, han detectado un pequeño cuerpo que orbita a una enana blanca «más cerca de lo que esperaríamos encontrar algo vivo”, según el estudio publicado en Science.

Las enanas blancas son los restos de estrellas, como nuestro Sol, que han quemado todo su combustible y se han desecho de sus capas externas, dejando atrás un núcleo denso que se enfría lentamente. Esta estrella en particular, SDSS J122859.93 + 104032.9, se ha reducido tan dramáticamente que el planetesimal orbita dentro de su radio original, completando una órbita cada dos horas.

El hallazgo ofrece pistas sobre el futuro de nuestro Sistema Solar, dentro de 6 mil millones de años. Usando el Gran Telescopio Canarias, en La Palma, los científicos estudiaron este cuerpo a 410 años luz de distancia, compuestos de elementos como hierro, magnesio, silicio y oxígeno: los cuatro bloques de construcción claves de la Tierra y otros cuerpos rocosos.

Los astrónomos estiman que tendría un diámetro de unos cientos de kilómetros, comparable a los asteroides más grandes conocidos en nuestro Sistema Solar.

“Originalmente, la estrella, tenía aproximadamente dos masas solares – explica Manser en un comunicado –, pero ahora la enana blanca es solo el 70% de la masa de nuestro Sol y tiene el tamaño de la Tierra. Esto hace que la estrella, y en general todas las enanas blancas, sea extremadamente densa.

La gravedad es tan fuerte, unas 100.000 veces más que la de la Tierra, que un asteroide típico acabaría destrozado por fuerzas gravitacionales si pasa demasiado cerca de ella. En este caso, el planetesimal ha sobrevivido debido a que debe ser muy denso y/o es muy probable que tenga una fuerza interna que lo mantenga unido, por lo que proponemos que esté compuesto en gran parte de hierro y níquel”.

Juan Scaliter