La producción de alimentos representa un enorme 25% de todas las emisiones humanas de gases de efecto invernadero. La ganadería es un gran contribuyente a estas emisiones y los investigadores y legisladores están tratando de desarrollar y promover formas más sostenibles de producir proteína animal. Una opción controvertida es cultivar y comer insectos: tienen alto contenido proteico y producen muchas menos emisiones.

A pesar de estos beneficios, la mayoría de las personas, en los países occidentales, rara vez comen insectos señalando que les provoca desagrado su apariencia o su textura, interior y exterior. Sin embargo, muchas de estas mismas personas comerán gustosamente una langosta o un cangrejo de río, a pesar de su aspecto, por lo que es posible que tales actitudes puedan cambiarse.

Precisamente eso es lo que propone un nuevo estudio, publicado en Frontiers in Nutrition. Los resultados muestran que promover la alimentación basada en insectos, entomofagia, como algo placentero, en lugar de saludable o respetuoso con el medio ambiente, podría ser la estrategia de más efectiva.

“Los insectos tienen numerosos beneficios para la salud como fuente de proteínas y superan dramáticamente a las carnes convencionales en términos de emisiones de gases de efecto invernadero – explica Sebastian Berger, líder del estudio –. Por lo tanto, los alimentos basados ​​en insectos podrían ayudar en la lucha contra el cambio climático”.

Entonces, ¿qué hace que los insectos sean tan diferentes de otros productos con similares reticencias sociales? Las consideraciones sociales a largo plazo, como la protección del medio ambiente o la mejora de la salud, no parecen ser suficientes para que los consumidores superen el factor “disgusto” de los insectos. Como la aversión de las personas hacia los insectos es en gran medida emocional en lugar de racional, tiene sentido tratar de influir en sus emociones en lugar de hacer llamamientos racionales sobre cuestiones a largo plazo.

Los resultados del equipo sugieren que las futuras campañas de mercadotecnia deberían presentar los alimentos basados ​​en insectos como deliciosos, una alternativa de tendencia o incluso lujosos, si lo que se quiere es cambiar la percepción sobre ellos.

Juan Scaliter