Un equipo internacional de astrónomos ha descubierto un nuevo gigante en el Universo. Este proto-supercúmulo de galaxia, bautizado Hyperion, es la estructura más grande y masiva que se haya encontrado en un tiempo y distancia tan remotos: solo dos mil millones de años después del Big Bang

El equipo que hizo el descubrimiento, liderado por Olga Cucciati y Brian Lemaux, utilizó el instrumento VIMOS en el Very Large Telescope en Paranal, Chile para identificarlo.

La enorme masa de Hyperion es similar a la de las estructuras más grandes observadas en el Universo actual, pero el encontrar un objeto tan masivo en el Universo temprano sorprendió a los astrónomos.

“Esta es la primera vez que se identifica una estructura tan grande con un desplazamiento al rojo tan alto, poco más de 2 mil millones de años después del Big Bang – explica Cucciati en un comunicado –. Normalmente, este tipo de estructuras existían pero mucho más cerca en el tiempo, lo que significa que el Universo había tenido mucho más tiempo para evolucionar y construir algo tan grandes. Fue una sorpresa ver que Hyperion evolucionó cuando el Universo era relativamente joven”.

Ubicado en la constelación Sextans (El Sextante), Hyperion tiene una estructura muy compleja, que contiene al menos siete regiones de alta densidad conectadas por filamentos de galaxias, y su tamaño es comparable a los supercúmulos más cercanos a la Tierra, aunque tiene una estructura muy diferente .

“Los supercúmulos más cercanos a la Tierra tienden a una distribución de masa mucho más concentrada con características estructurales muy definidas – añade Lemaux –. Pero en Hyperion, la masa se distribuye de manera mucho más uniforme en una serie de manchas conectadas, pobladas por asociaciones sueltas de galaxias”.

“Comprender a Hyperion – concluye Cucciati – y cómo se compara con estructuras recientes similares puede dar una idea de cómo se desarrolló el Universo en el pasado y cómo evolucionará hacia el futuro, y nos brinda la oportunidad de desafiar algunos modelos de formación de los supecúmulos”.

El estudio se ha publicado en Astronomy & Astrophysics.

Juan Scaliter