La clorofila es el pigmento de color verde que se halla presente en las hojas y tallos de muchos vegetales y que es responsable del proceso de fotosíntesis. Absorbe la luz roja y azul y, en cambio refleja la verde. Por eso, los organismos vegetales son de ese color.
Pero, ahora, un estudio realizado por Shiladitya DasSarma, de la Universidad de Maryland, y Edward Schwieterman, de la Universidad de California, sugiere que, antes de que surgiera la clorofila y la fotosíntesis, las primeras formas de vida del planeta habrían sido de color púrpura.
Y eso habría sido debido porque, según la tesis de estos investigadores, esas formas tempranas de vida podrían haber estado basadas en una molécula simple llamada retinal que, a diferencia de la clorofila, absorbe la luz verde y refleja la roja y la azul, haciendo que los organismos que se basan en ella tengan un color parecido al púrpura.
Según los autores del estudio, este mecanismo sigue presente en bacterias y organismos simples que habitan en los océanos y en los valles secos de la Antártida. Pero, además, los pigmentos retinales también están presentes en el sistema visual de formas de vida mucho más complejas, incluidos los humanos.
Los investigadores consideran que es factible pensar que las primeras formas de vida usaron esta estrategia, más sencilla que la de la clorofila (que habría evolucionado muchísimo después) para obtener energía. ¿Y cómo afecta eso a la vida extraterrestre? Según los investigadores, si eso sucedió en nuestro planeta, es factible que esa misma estrategia también se produzca entre hipotéticas formas simples de vida de otros mundos.
Para detectar posibles señales de vida extraterrestre, los astrobiólogos buscan el llamado “borde verde”, que es un biomarcador que se detecta en la luz reflejada por un planeta y que revelaría la existencia de vida vegetal, tal y como sucede en nuestro planeta. Por eso, los autores del estudio sugieren buscar también un “borde púrpura”, que revelaría la existencia deformas de vida extraterreste muy simples basadas en la molécula retinal.
Fuente: LiveScience.
Vicente Fernández López