Expertos en botánica de las Universidades de Birmingham y Nottingham, han desentrañado un mecanismo que permite a las plantas con flores “sentir y recordar” los cambios en su entorno.

La investigación, publicada en Nature Communications, revela posibles nuevos objetivos que podrían ayudar en el desarrollo de nuevas variedades de plantas, incluidos cereales y verduras, que pueden adaptarse a diferentes condiciones ambientales.

La función de memoria de las plantas les permite coordinar con precisión su desarrollo en respuesta al estrés o al cambio de estaciones. Por ejemplo, muchas plantas “recuerdan” el frío del invierno, lo que hace que solo florezcan en primavera, cuando regresan las temperaturas más cálidas. Una forma de hacerlo es a través de un grupo de proteínas llamadas PRC2. En el frío, estas proteínas se unen y estimulan a la planta al modo de floración.

Este nuevo estudio proporciona una nueva perspectiva sobre cómo el PRC2 detecta el cambio ambiental para asegurarse de que solo esté activo cuando sea necesario. Los investigadores, liderados por Daniel Gibbs, descubrieron que un componente central del complejo, una proteína llamada VRN2, es extremadamente inestable. En temperaturas más cálidas y cuando el oxígeno es abundante, la proteína VRN2 se descompone continuamente. En cambio, cuando las condiciones ambientales se vuelven más difíciles, por ejemplo, cuando una planta se inunda y los niveles de oxígeno son bajos, el VRN2 se estabiliza y aumenta la supervivencia. La proteína VRN2 también se acumula en el frío. Esto permite que el complejo PRC2 dispare la floración una vez que las temperaturas aumentan.

«Las plantas tienen una capacidad notable para detectar y recordar cambios en su entorno, es lo que les permite controlar su ciclo de vida – señala Gibbs en un comunicado –. El VRN2 se descompone continuamente cuando no es necesario, pero se acumula en las condiciones ambientales correctas. De este modo, el VRN2 detecta y responde directamente a las señales del entorno, y el PRC2 permanece inactivo hasta que se requiere. Es posible que este mecanismo pueda orientarse para ayudar a crear plantas que se adapten mejor a diferentes escenarios ambientales, lo que será importante frente al cambio climático”.

Juan Scaliter