Tanto en Estados Unidos como en Europa existe un boyante mercado parafarmacéutico que crece y se multiplica al calor de la etiqueta “natural”. En Estados Unidos, sus defensores forman un lobby verdaderamente poderoso. Una ley federal de 1994 declaró que estaban exentos de casi todas las regulaciones que se aplican a los suplementos alimenticios. Es más, no están sujetos a ningún requerimiento, aunque se haya informado de algún efecto negativo en la salud. La situación es tan sangrante que, al contrario de los medicamentos y los aditivos, estos “suplementos” no tienen por qué superar los controles de la FDA ni demostrar en publicaciones científicas que son seguros antes de ser comercializados. Luego, sin embargo, la responsabilidad de su peligrosidad cae del lado de la FDA.

Publicidad equívoca
En España, los herbolarios viven sus mejores momentos. Se estima que más de tres millones de españoles compran sus productos, sin saber que muchos de ellos utilizan toda clase de “malas artes” para colarse en sus casas. Algunos se venden como dietéticos, cuando en realidad tienen otro fin, como es el caso de Onesan, El Elixir y Bio Menat, que se promocionaban como adelgazantes. La legislación es clara: todo aquello que tenga “pretendidos efectos preventivos, diagnósticos o terapéuticos” deberá cumplir la Ley General de Sanidad y la Ley del Medicamento, de 1990, que daba un plazo de dos años para regular este mercado. Y es que el sector se rige por una orden que data de 1973, a todas luces “desfasada”, según reconoció en abril Ramón Palop, subdirector general de la Agencia Española del Medicamento.

Por si esto fuera poco, su etiquetado es engañoso, cuando no falaz. Varro E. Tyler, antiguo decano de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Purdue (Estados Unidos) y una autoridad mundial en farmacognosis (la ciencia de las medicinas de fuentes naturales), estima que los consumidores de preparados de herbolario tienen menos del 50% de posibilidades de recibir un producto correctamente etiquetado. Un buen ejemplo que corrobora sus palabras es el citado Bio Menat, un “jarabe de extractos vegetales” que en su composición declarada incluía dos plantas consideradas como medicamento. Pero, además, contenía una serie de hormonas prohibidas, estimulantes, ansiolíticos, anestésicos locales y sustancias dopantes, como la efedrina. Una dolorosa sorpresa para algunos deportistas que han sufrido en sus carnes el efecto de tomar, creyendo que eran totalmente sanos e inocuos, ciertos “preparados herbales naturales”. Supieron la verdad demasiado tarde, al dar positivo en los controles antidopaje.

El gran problema es que, como el control es nulo, no se puede asegurar que la hierba mencionada en la etiqueta se encuentre realmente en él, y aún menos si lo está en las cantidades apropiadas. En muchas ocasiones es muy difícil, cuando no imposible, determinar la identidad de la planta, ya que se usan nombres de origen oscuro. En esencia, una hierba se puede nombrar de cuatro formas: por su nombre común, el farmacéutico, el científico o mediante una transliteración. El conocido ginseng, por ejemplo, también recibe el nombre de ren-shen, Radix ginseng y Panas ginseng. Los problemas crecen si, al adquirir uno de estos “suplementos” con ginseng, intentamos averiguar qué hemos comprado. Y es que bajo ese nombre se encuentran tres plantas diferentes: el Panax ginseng (ginseng oriental), Panas quinquefolius (ginseng americano) y Eleutherococcus senticosus (ginseng siberiano).

Ciertas creencias clásicas sobre los productos de herbolario también pueden ser peligrosas. Por ejemplo, la corteza de sauce blanco se recomienda como sustituto de la aspirina para los niños. Sin embargo, contiene salicina, que en el cuerpo humano se convierte en ácido salicílico, es decir, el mismo ingrediente activo presente en la pastilla.

Una fe casi ciega
Este gusto por los “tratamientos naturales” –y urge delimitar qué significa esa expresión– y las “hierbas” ha sido potenciado por los naturópatas, quienes afirman ser los verdaderos herederos de la tradición hipocrática de la Medicina. El término de naturopatía, acuñado por John H. Scheel en el Nueva York de 1895, es más una ideología que una ciencia. De hecho, son “vitalistas”: creen que las funciones de un organismo vivo son debidas a un misterioso y desconocido “principio vital”, diferente de las fuerzas fisicoquímicas. Niegan que los gérmenes sean los causantes de los síntomas de la enfermedad, sino que ésta es, afirman, una respuesta del organismo, que intenta defenderse o curarse. “Es cierto en determinadas situaciones, pero no se trata de un principio universal”, comenta William T. Jarvis, del Consejo Nacional Contra los Fraudes de la Salud estadounidense.

La confianza de los naturópatas en estos remedios se sustenta en dos pilares fundamentales. El primero reside en una fe ciega en las hierbas, que creen que no pueden causar daño, sólo curar; el segundo incide en su superioridad sobre los fármacos extraídos de ellas. Es más, por lo general, las consideran más eficaces que cualquier medicamento. Sin embargo, el hecho de que la mayoría de las drogas tenga un origen vegetal prueba sus posibles efectos dañinos.

“Remedios” tóxicos
En 1993 la revista médica The Lancet publicaba un estudio sobre los remedios herbales en Hong Kong. Los resultados son toda una revelación. De las 150 especies más usadas entonces, diez eran tóxicas. Los casos más graves de intoxicación estaban relacionados con el caowu, la raíz del Aconitum kusnezoffii, y la chuanwa, la del Aconitum carmichæli, que se utilizan para combatir artritis, reumatismo, fracturas y contusiones. Estas plantas contienen distintas cantidades de alcaloides altamente tóxicos, como la aconitina. Los síntomas incluyen desórdenes neurológicos (parestesia, debilidad muscular), problemas cardiovasculares (hipotensión, arritmias) y gastrointestinales (náuseas, vómitos, diarrea).

También se constataron casos de envenenamiento por anticolinérgicos derivados de la yangjinhua y de la naoyanghua (las flores de Datura metel L y Flos rhododendri mollis, respectivamente), utilizadas para tratar el asma, la bronquitis crónica, el dolor epigástrico y de dientes. Y se documentaron los efectos negativos de la Stephania tetrandra y la Magnolia officinalis de las dietas de adelgazamiento, asociadas a un progreso más rápido de la nefritis intersticial fibrosante.

En los niños, los efectos adversos de estas sustancias eran aún más marcados. De hecho, entre un 28 y un 51% de los pequeños de origen chino habían ingerido chuenlin guiados por sus madres. Esta hierba contiene el alcaloide berberina, que puede desplazar la bilirrubina y aumentar el riesgo de daño cerebral.

Un juego peligroso
Basta revisar la literatura científica para descubrir que, si bien el 10% de todas las especies de plantas ha sido usado de un modo u otro por la “medicina tradicional”, sólo un 1% de ellas ha probado su valor terapéutico. Además, una revisión de 2.222 plantas ha revelado que, aunque todas ellas tenían cierta acción antimicrobiana, 1.362 también eran tóxicas. A todo esto hay que sumar el hecho de que, al consumir las hierbas como si fueran medicamentos, no hay forma de saber qué cantidad de principio activo contienen, pues varía de un cultivo a otro.

Y lo que es peor: pueden incluir otras sustancias que causen efectos no deseados, o incluso tóxicos. El 19 de marzo del año 2000, el diario estadounidense The Washington Post recogía un caso estremecedor. En Long Island, una mujer dio a su hijo de 18 meses una cucharada de un aceite de eucalipto porque el dependiente le había dicho que era bueno para la fiebre. El niño, que sufre un daño neurológico permanente, estuvo a punto de morir. La moraleja de esta historia es bastante simple: hay hierbas que son medicamentos. Y no se debe jugar con ellos.

Precauciones en el herbolario
El Consejo Nacional Contra los Fraudes de la Salud de EE.UU. ha elaborado esta lista de consejos sobre plantas medicinales y “suplementos dietéticos”. Seguirlos es una cuestión de salud.

Los productos de herbolario no son seguros por el simple hecho de ser naturales. Contienen sustancias que pueden afectar poderosamente a la mente y/o al cuerpo. Si se está tomando algún tipo de fármacos, hay que tener muchísima más precaución.

Se debe ser muy cauta si se está embarazada o si se está dando el pecho. No se debe dar estos preparados a los niños.

Es desaconsejable tomarlos en grandes cantidades, o todos los días durante un largo espacio de tiempo.

Deben comprarse sólo los que identifiquen las plantas en la etiqueta y contengan contraindicaciones de uso. Confíe su salud sólo a personas con títulos reconocidos.

Es recomendable familiarizarse con los nombres de hierbas potencialmente peligrosas, y ser muy cuidadosos con su utilización.

Desconfíe de exageraciones sobre sus beneficios.

Insista en que los herbolarios asuman los estándares de protección al consumidor en cuanto a etiquetado, seguridad y eficacia.

Echinacea

Se recomienda para potenciar el sistema inmunitario, pero no está confirmado que incremente la capacidad del organismo para luchar contra las infecciones. Las personas que padezcan tuberculosis y enfermedades autoinmunes deben evitarla.

Áloe vera

El áloe se utiliza habitualmente en forma de gel, para irritaciones en la piel o pequeñas quemaduras. Sin embargo, aunque se afirma que sirve para tratar el resfriado, la tos, úlceras, diabetes, cáncer, artritis, dolores de cabeza, etc., únicamente está probada su validez como laxante.

Consuelda

Como otras plantas del género Senecio, contiene el alcaloide pirrolizidina, cuyo efecto en el hígado está bien documentado: es posible que provoque un fallo hepático. Después de la recuperación, puede derivar en una enfermedad crónica, cirrosis incluida. Los niños son particularmente susceptibles a ese alcaloide.

Jin Bu Huan

Es un producto herbal chino recomendado para combatir trastornos como el insomnio, la úlcera, neuralgias, tos espasmódica… Se han dado algunos casos de toxicidad frente a una de las sustancias que contiene (la tetrahidropalmatina, o THP), lo que ha llevado a las autoridades holandesas a investigar sus efectos.

Ajo

Según un informe de la Agencia para la Investigación y la Calidad del Cuidado Sanitario, no existen suficientes datos que apoyen sus beneficios cardíacos. Sí hay ciertas evidencias que lo asocian a una disminución de cánceres de laringe, gástricos y colonrectales.

Productos que contienen las especies Stephania y Magnolia

Son preparados herbales para perder peso. En 1993 se los relacionó con 48 casos de problemas renales severos en Bélgica. Fue tal su gravedad, que 18 de ellos tuvieron que recibir un trasplante de riñón.

Ma huang

Es uno de los numerosos nombres de productos que contienen plantas del género Ephedra, que en ocasiones se emplea para tratar el asma. Sola o en combinación con la Hierba de San Juan, se vende para rebajar peso. En dosis excesivas, puede causar problemas. Contiene estimulantes y sustancias dopantes.

Compuestos vitamínicos

Debe ponerse mucho cuidado en la cantidad ingerida. Para la vitamina B6, por ejemplo, el límite legal es de 2 miligramos: en los herbolarios se vendían en cápsulas de 100 y hasta 250 miligramos.

Lobelia

La Lobelia inflata, también conocida como tabaco indio, contiene lobelina, un alcaloide que tiene los mismos efectos, aunque con menor intensidad, que la nicotina. Dependiendo de la dosis, puede estimular o deprimir el sistema nervioso.

Germander

Estas plantas, del género Teucrium, suelen venderse en elixires, tés medicinales y en cápsulas o tabletas, como remedio para adelgazar. Desde 1986, en Francia se han confirmado 27 casos de hepatitis no vírica en pacientes que estaban consumiéndolas. Uno de los enfermos murió.

Selenio

Algunos productos dietéticos contienen este mineral, cuya ingesta en dosis elevadas puede causar daños en los tejidos. Estudios en ratones asocian su falta a mayor gravedad en las consecuencias de la gripe, y el Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU. está estudiando su papel en la prevención del cáncer de próstata.

Germanio

Al igual que en el caso del selenio, un consumo excesivo de este mineral puede dañar seriamente el organismo. Algunas experiencias médicas señalan su toxicidad para el riñón y el hígado. Desde 1982 ha producido una veintena de casos de fallo renal agudo. Dos de los pacientes murieron.

Yohimbe

Habitualmente, la Pausinystalia yohimbe se vende en productos para culturistas. No deben tomarlo quienes sufren enfermedades hepáticas, renales o cardíacas, diabetes o hipotensión. Una sobredosis provoca parálisis, fatiga y, finalmente, la muerte.

Corteza de sauce

Se vende como analgésico, pero está contraindicado en niños y para alérgicos a la aspirina, ya que produce en el organismo la misma sustancia química que ésta contiene. Sus efectos secundarios, por tanto, son los mismos que los de cualquier medicamento que contenga algún salicilato.