Los científicos creen cada vez más que una de las fuerzas impulsoras en el dolor crónico, el problema de salud número uno, tanto en prevalencia como en carga, parece ser el recuerdo de un dolor anterior. Una nueva investigación publicada en Current Biology, sugiere que puede haber variaciones, basadas en el sexo, en la forma en que se recuerda el dolor tanto en ratones como en humanos.

El equipo de investigación, dirigido por Loren Martin, encontró que los hombres (y los ratones machos) recordaban claramente las experiencias dolorosas anteriores. Como resultado, estaban estresados ​​e hipersensibles al dolor posterior cuando regresaron al lugar en el que lo habían experimentado, mientras que las mujeres (y las hembras) no parecían sentirse estresadas por sus experiencias anteriores. Los resultados pueden ayudar a los científicos a avanzar en su búsqueda de futuros tratamientos para el dolor crónico.

«Lo que fue aún más sorprendente – explica Martin en un comunicado – fue que los hombres reaccionaron más, porque en general las mujeres son más sensibles al dolor que los hombres y que en general también están más estresadas”.

En experimentos con humanos, los voluntarios (41 hombres y 38 mujeres entre 18 y 40 años) fueron llevados a una sala específica donde experimentaron niveles bajos de dolor causado por el calor que se les envió al antebrazo. Los voluntarios debían calificar el nivel de dolor en una escala de 100 puntos.

Para observar el papel que desempeña la memoria en la experiencia del dolor, al día siguiente los sujetos regresaron a la misma sala o a una diferente y una vez más se aplicó calor a sus brazos.

Cuando (y solo cuando) fueron llevados a la misma habitación que en la prueba anterior, los hombres calificaron el dolor más alto que el día anterior y más alto que las mujeres.

“Creemos que los ratones y los hombres anticipaban el dolor y el estrés de esa anticipación causó una mayor sensibilidad al dolor – concluye Martin –. Había una razón para esperar que viéramos una mayor sensibilidad al dolor el segundo día, pero no había ninguna razón para esperar que fuera específico en los hombres. Eso fue una completa sorpresa”.

Juan Scaliter