Una creencia ampliamente aceptada ha sido que, mientras más luz solar absorba una planta, más energía tiene para crecer, es decir, la fotosíntesis aumentará proporcionalmente a la intensidad de la luz solar. Solo al alcanzar un nivel en el que la radiación provoque una “quemadura solar” dañina, la planta activará los mecanismos de reparación y disminuirá la fotosíntesis.

Pero ahora se ha descubierto una estrategia: Las plantas tienen mecanismos de control que se asemejan a los de los sentidos humanos. De acuerdo con un nuevo estudio del Instituto de Ciencia Weizmann, las plantas ajustan la fotosíntesis a los cambios rápidos de luz utilizando un sistema de detección sofisticado, similar a la forma en que el ojo humano responde a las variaciones en la intensidad de la luz. Esta regulación de tipo sensorial funciona a bajas intensidades de luz, cuando la maquinaria de fotosíntesis es más eficiente pero también más vulnerable a los aumentos repentinos de luz.

Un equipo liderado por Avihai Danon, evaluó la fluorescencia de la planta (luz reemitida por fotosíntesis no productiva, utilizada como una herramienta no intrusiva para medir los niveles de fotosíntesis) a baja exposición a la luz, y se sorprendieron al ver un patrón de ida y vuelta .

El equipo expuso a la Arabidopsis thaliana, planta de la familia de la mostaza, a una serie de incrementos en la intensidad de la luz en el rango de bajo a moderado, aproximadamente equivalente a la luz de la mañana al aire libre.

En un estudio publicado en iScience, el equipo de Danon observó que la fluorescencia, en lugar de aumentar de manera constante cuando la luz se hacía más fuerte, se disparó por un corto tiempo en cada paso y luego regresó al nivel inicial. Esto se debe, como descubrieron los investigadores, a que cuando la luz se hizo más fuerte, llegaron menos fotones al centro de reacción fotosintética de la planta de lo que se hubiera esperado por el aumento de la intensidad de la luz.

Estos hallazgos proporcionan evidencia de que, en condiciones de poca luz, los mecanismos de control de la fotosíntesis se parecen a los que operan en sistemas sensoriales como, por ejemplo, la visión humana. Cuando las pupilas se ajustan al brillo de la luz, estos ajustes no solo protegen la retina, sino que también garantizan que sigamos siendo sensibles a nuestro entorno a pesar de las condiciones cambiantes de la luz.

«Las plantas manejan la fotosíntesis de una manera cautelosa que sacrifica la eficiencia a corto plazo en aras de la estabilidad a largo plazo – explica Danon en un comunicado –. En cierto modo, la maquinaria de fotosíntesis percibe el medio ambiente, haciendo ajustes rápidos en la cantidad de luz antes de que la situación se le “vaya de las manos”, en lugar de aumentar su actividad de forma incontrolada hasta sufrir daños”.

Juan Scaliter