En vísperas del 140º aniversario del nacimiento de Albert Einstein, un manuscrito inédito que se exhibe en Jerusalén muestra la teoría con la que intentó explicar todo el universo. Son más de 100 cartas escritas por el genio que han sido donadas a la Universidad Hebrea de Jerusalén (HU), de la cual Einstein fue miembro fundador. En ellas se incluyen páginas originales del manuscrito, algunas de las cuales nunca se habían visto antes, y cartas personales que ofrecen una ventana para conocerle como ser humano.
Las páginas ya se encuentran digitalizadas. De las 110 hojas, 84 son derivaciones matemáticas y notas de investigación no editadas que datan de 1944 a 1948. El contexto científico de muchas de ellas todavía no está claro, pero los científicos están trabajando arduamente para descifrar qué implicaciones podrían tener para futuras investigaciones.
Ha suscitado especial interés el apéndice de ocho páginas a un estudio presentado ante la Academia Prusiana de Ciencia en 1930 sobre la teoría del campo unificado, por la que Einstein pretendía probar que la gravedad y el electromagnetismo son manifestaciones de un mismo campo de fuerza. En esta infructuosa teoría unificada empeñó Einstein los últimos 30 años de su vida. Hasta ahora, nadie había tenido acceso al apéndice y se había dado por perdido.
“Las conexiones científicas de sus cálculos aún no están claras, pero forman parte de su trabajo para integrar todas las fuerzas de la naturaleza en una sola teoría”, destaca un portavoz de la Universidad Hebrea. En tres cartas escritas en 1916 anticipó estudios sobre la absorción y la emisión de la luz por los átomos. Una “gloriosa idea”, que más adelante sentaría las bases de la tecnología del láser.
Los 110 manuscritos en alemán que exhibe ahora el Archivo Albert Einstein se suman a los más de 8.000 artículos y objetos legados por el científico. “Son documentos que reflejan cómo operaba su pensamiento y la manera en que trabajaba”, dice Hanoch Gutfreund, exrector de la Universidad Hebrea. “Cuando le asaltaba una idea se ponía inmediatamente a estudiarla y a analizar sus consecuencias”.
Cartas a su hijo
En la muestra, los trabajos académicos, medallas y diplomas comparten espacio con documentos privados, como correspondencia personal y fotografías que ayudan a comprender mejor el perfil humano y político del científico.
En una carta de 1935 escrita a su hijo Hans Einstein, que vivía en Suiza en ese momento, el ganador del Nobel expresó su preocupación por el estado de los asuntos europeos y el ascenso del partido nazi en Alemania. «Leí con cierta aprensión que hay un gran movimiento en Suiza, instigado por los bandidos alemanes. Pero creo que incluso en Alemania, las cosas están empezando a cambiar lentamente. Esperemos que no tengamos una guerra”, escribió.
En la correspondencia personal con su gran amiga y colega, la científica Michele Besso, se revela su lado más humano e ironiza sobre su identidad judía y la conversión al cristianismo de su destinataria: «Ciertamente no irás al infierno, ni aunque te hubieras bautizado».
Marian Benito