Antiguamente se creía que hasta que un bebé no comenzaba a usar el lenguaje no adquiría este el hábito de entonar su voz de la misma manera que sus congéneres, pero un artículo publicado en Current Biology en 2009 lo desmintió.

En el Centro de Aprendizaje del Lenguaje y de Desórdenes en el Desarrollo, de la Universidad de Würzburg (Alemania), estudiaron las “melodías” y “frases” de llanto de 30 bebés alemanes y de otros 30 franceses. El equipo de la investigadora Kathleen Wermke se dio cuenta de que el modo en que entonaban el llanto los recién nacidos franceses seguía la misma curva que la que describen los francófonos en sus frases; y la misma coincidencia se daba entre los neonatos alemanes y el modo de declamar de los germanohablantes.

Según comprobaron con equipos de grabación y analizando el sonido con programas especializados, los adultos franceses tienden a decir de modo más agudo el final de las palabras y de las frases; y eso mismo es lo que detectaron que hacían los bebés de ese país al llorar. En cambio, quienes hablan alemán suelen hacer lo contrario: los vocablos y las frases suelen acabar en una frecuencia más grave, lo mismo que luego hacen sus bebés.

Los investigadores de la Universidad de Würzburg partían de una base conocida anteriormente por la neurología. Se sabe que los fetos se van acostumbrando a las palabras que oyen cuando están en el vientre, de modo que cuando nacen son más propensos a aprender el idioma que oyeron antes que uno diferente.

Redacción QUO