Esta vez la advertencia tiene un blanco muy preciso: nuestro cerebro. El impacto del cambio climático ya se hace notar en la salud física y mental de las personas y se espera que, en un futuro próximo, los daños sean aún más graves. Es el resultado de un estudio realizado por expertos de 27 academias científicas con el fin de valorar los efectos de las intensas olas de calor e inundaciones que se van cobrando más víctimas a medida que aumentan las temperaturas extremas.
Es difícil detenerse en una sola de las circunstancias que el informe redactado tiene en cuenta, pero destacan algunos efectos indirectos de máxima gravedad, como las enfermedades transmitidas por mosquitos como el dengue o el empeoramiento de nuestra salud mental. “Son cosas que están ocurriendo ya, pero se espera que continúe a lo largo de este siglo y el que viene. El cambio climática debería ser calificado como una de las amenazas más graves para la salud”, indica el profesor Sir Andrew Haines, copresidente del consejo científico europeo Easac y uno de los autores del informe.
Un imperativo moral
Las inundaciones, la falta de compromiso suficiente para reducir las emisiones de carbno, la contaminación del aire en Europa… Son fenómenos que, como señala el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, obligan a hablar de una doble crisis, climática y de salud. “No podemos retrasar más la acción sobre el cambio climático. No podemos seguir dormidos ante esta emergencia de salud”. A finales de año, la OMS calculó que abordar la crisis climática ayudaría a salvar al menos un millón de vidas al año. “Actuar es un imperativo moral”.
El nuevo informe de Easac, además de recoger este imperativo, evalúa la evidencia científica de los efectos del calentamiento global en la salud. El clima extremo, como las olas de calor, las inundaciones y las sequías, tienen consecuencias directas casi inmediatas, pero también dejan secuelas en la salud mental de las personas a largo plazo. “Entre estos efectos, destacan el trastorno de estrés postraumático, ansiedad, abuso de sustancias y la depresión”, apunta.
Otra de las preocupaciones que los científicos plasman es el perjuicio del cambio climático sobre la producción de alimentos y lo argumentan con estudios que preconizan que, en las próximas décadas, habrá un recorte de hasta el 25% en los rendimientos de los cultivos básicos en el área mediterránea. El informe anticipa la propagación de enfermedades infecciosas en Europa a medida que aumenten las temperaturas y la variedad de mosquitos. También las bacterias de la salmonela encuentran en los ambientes más cálidos las condiciones idóneas para prosperar y provocar intoxicaciones alimentarias.
Dramático legado
“Estamos exponiendo a los jóvenes y a las generaciones futuras a estos riesgos crecientes que persistirán durante cientos de años e incluso milenios. Creemos que reformular el cambio climático como un problema de salud puede ayudar a involucrar al público porque la mayoría de las personas no solo están preocupadas por su propia salud, sino también por la salud de sus seres queridos y de sus descendientes”. En su texto, insta a los ciudadanos a aprovechar las oportunidades de adaptación para mitigar el daño y aumentar los beneficios de la descarbonización. Su principal conclusión es que las soluciones están al alcance de cada ciudadano y es mucho lo que se puede hacer, pero requiere voluntad política.