Los astronautas pasan hasta seis meses en la estación realizando tareas de investigación, por lo que el ruido supone un auténtico problema. En la Tierra se consideran aceptables niveles inferiores a 85 decibelios en entornos laborales, pero no existe un estándar para la exposición ininterrumpida más allá de las ocho horas diarias. Y según Richard Danielson, jefe del departamento de audiología y de protección del oído del Instituto Nacional de Investigación Biomédica Espacial, en la estación no hay forma de evitar la exposición al ruido.
«Los miembros del equipo que trabajan, comen y duermen en el módulo de servicio se encuentran allí ininterrumpidamente, sin descanso». Aparte de un artículo de una agencia de noticias rusa en el que se menciona una disminución en la capacidad auditiva de los astronautas, no hay pruebas que lo demuestren, pero no cabe duda de que resultaría beneficioso que la estación fuese más silenciosa.
Redacción QUO