Si tenemos en cuenta que los planetas más pesados alcanzan una treceava parte del volumen de Júpiter (el planeta más grande del sistema solar), y que si un planeta pesa demasiado se contrae por su propio peso y mengua, «Lo ideal sería el doble de la masa de Júpiter», comenta el astrónomo Dimitar Sasselov, del Centro de Astrofísica del Harvard Smithsonian, en referencia al punto en que los planetas alcanzan su mayor diámetro antes de que la masa añadida comience a comprimirlos.
Si un planeta de este tamaño estuviese formado principalmente por hidrógeno y helio (elementos ligeros que flotan alejados el uno del otro) sería el más grande, alcanzaría los 171.600 km, aproximadamente un 20% mayor que Júpiter. Sin embargo, algunos planetas parecen desafiar estas normas. Planetas que resultan misteriosamente «hinchados» y jóvenes planetas que superan el límite de diámetro debido a que el calor procedente de su formación lo expande.
Redacción QUO