Para que vuele cualquier vehículo -ya sea un avión o un coche-, debe haber una fuerza que lo impulse hacia arriba para superar la fuerza de la gravedad. Las alas de los aviones están especialmente diseñadas para que se cree este tipo de fuerza. A medida que avanza un avión, las alas proyectan aire hacia abajo y, dado que para cada acción hay una reacción igual y en sentido contrario, esta acción crea una fuerza ascendente en el ala, que se llama ascensión.

Los coches, por el contrario, están diseñados para evitar esta ascensión, y las «alas» del DeLorean no proporcionarían ni un atisbo de vuelo. Por un lado, las puertas no tienen la forma ni el ángulo para crear una fuerza suficiente de aire descendente que produzca una fuerza ascendente significativa. Son relativamente cortas, de modo que no hay mucha superficie en la que respaldarse, y no sobresalen en ángulo recto, que es lo ideal para volar. También lo impediría el voluminoso relleno interior de las puertas y el espejo retrovisor lateral, que serían unas resistencias importantes. Y las puertas se romperían al tener que soportar el peso del coche.

Otro problema para un DeLorean volador sería su máxima velocidad, de 169 km/h, lo cual no es ni de lejos suficiente para superar esta resistencia. Pero incluso si le incorporamos un motor de F1 y pudiera alcanzar los 350 km, tampoco volaría.

Redacción QUO