Muchos se preguntan qué es lo que lleva a una persona a quitarse la vida. Los últimos acontecimientos a escala mundial, por los que que parece que estas noticias se multiplican en los periódicos y telediarios, han llevado este asunto a los laboratorios científicos. ¿La intención? Descubrir si la genética nos predispone a quitarnos la vida y tratar de prevenirlo.
El año pasado, investigadores suecos publicaron un estudio en el que vinculaban los intentos de suicidio con niveles elevados de ácido quinolínico, un neurotransmisor asociado a la inflamación. Ahora, un equipo de científicos australianos toma sus hallazgos como punto de partida para desarrollar un análisis que detecte dicho ácido en la sangre.
Esta prueba debería servir a los médicos como herramienta de diagnóstico a la hora de valorar la salud mental de una persona deprimida: a mayor nivel del químico, mayor probabilidad de que cometa un suicidio.
La pregunta que rápidamente le puede pasar por la cabeza a cualquier escéptico es: ¿de veras se pueden prevenir suicidios de esta forma? Tal vez, pero desde luego no es lo mismo determinar que una persona es propensa a quitarse la vida, o que se siente impulsada a ello, que lograr evitarlo.
Más allá de su aplicación práctica, la importancia de este avance para la investigación es evidente. Los científicos podrán utilizar este nuevo análisis para probar el vínculo entre el sistema inmunológico y la depresión o estudiar el papel del ácido quinolínico en enfermedades del cerebro como el Alzheimer, el autismo o la esquizofrenia.
Redacción QUO