El experimento fue sencillo pero las conclusiones son muy reveladoras. Psicólogos de la Universidad de Rochester en Nueva York pusieron a 65 voluntarios a observar monitores en los que aparecían barras blancas y negras de tres tamaños, y en movimento. Las pequeñas se movían sobre todo dentro de la zona central del monitor, un área donde se sabe que el cerebro es especialmente bueno detectando cosas.
Los participantes tenían que detectar lo má rapidamente posible en qué dirección se movia cada forma. El resultado fue que los individuos con mayor cociente intelectual (CI) tardaban menos tiempo en determinar hacia dónde se movían las barras más pequeñas, mientras que los menos dotados sacaban mejores resultados con objetos grandes.
Según los investigadores, aunque esto ocurre de modo involuntario, esto es muy útil para, por ejemplo, recoger información rápida de lo que ocurre cerca de nosotros –que es donde puede aparecer el peligro– evitando interferencias de lo que ocurre más lejos. El ejemplo que ponían era el de ser capaz de percibir cambios en la expresión facial en medio de una calle donde se mueven más personas y el tráfico, o en un monitor mientras trabajamos en medio de una gran oficina donde otras personas se levanta y sientan continuamente alrededor. Es decir, los inteligentes se concentran mejor en lo necesario.
La inverstigación ha merecido ser publicada en la edición de la semana pasada de la prestigiosa revista Current Biology.
Redacción QUO
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