Su cerebro había sido más grande, pero el nuestro evolucionó has­ta hacerse más eficaz, y eso fue lo que nos dio ventaja sobre ellos. Gracias a esa superioridad mental, los sapiens fueron tal vez los primeros seres capaces de disfrutar de la belleza, y por eso crea­­­­ron formas ar­tísticas más avanzadas destinadas (aunque qui­zá tuvieran otras funciones) a producir un go­ce estético. Porque placer es lo que debieron sentir los primitivos “grafiteros” que llenaron las cuevas europeas de di­bujos y grabados hace miles de años. El tamaño y las características de las manos de sus autores, impresas en la roca, llevan a deducir que quizá fueran jóvenes de no más de 16 años.

Redacción QUO