Valentín Fuster nos concedió la entrevista por teléfono desde Estados Unidos, a las diez y media de la mañana hora española.
“Buenos días, señor Fuster. En España son ahora las diez y media de la mañana ¿En Nueva York son las 5.30 de la madrugada?
Sí, pero me levanto muy pronto.
¿Y eso es bueno para el corazón?
La gente tiene un concepto equivocado de lo que es dormir. Hay personas que lo hacemos más profundamente que otras y tenemos bastante con cuatro o cinco horas. Generalmente, se necesitan entre ocho y nueve horas.
Ya hay empresas que hablan de la creación de órganos con impresoras 3D. ¿Llegaremos a ver este tipo de soluciones?
El tema de la salud es mucho más complejo y más importante. Este tipo de informaciones son las que atraen a la gente, pero desde que se anuncian hasta que llegan a tener razón de ser pasa muchísimo tiempo. Hace 15 años se hablaba de que los corazones artificiales estaban a la vuelta de la esquina y, sin embargo, todavía no son una realidad. Se ha de ir con mucho cuidado con informaciones de esta clase. No podemos hablar de corazones artificiales o programas futuristas cuando estamos fallando en cosas que son de raíz. La gente no se cuida. Hay factores de riesgo.
¿Tienen mayor riesgo de sufrir un infarto los hombres?
No. El número de infartos es el mismo en los dos casos. Incluso recientemente hay publicaciones que sugieren que es mayor en la mujer, solo que aparece más tarde. Es decir, en personas de 50 años la incidencia en los varones es superior. Sin embargo, si el análisis se hace a partir de los 75, las curvas se cruzan. Es un tema de edad, no de sexos.
¿Es entonces una cuestión de estrógenos?
Es difícil. Es posible que sean los andrógenos del hombre los que producen más infartos en lugar de adjudicar a los estrógenos un cierto papel protector. Es un tema muy debatible en estos momentos.
A usted le dieron el Príncipe de Asturias por el factor tisular ¿Qué es y cómo incide en los infartos?
Es una proteína. Incide en el coágulo de sangre que se forma en el infarto de miocardio. Pero deberíamos también analizar el colesterol que se va despositando en la arteria a lo largo de los años. Las placas de colesterol son muy débiles y fáciles de fragmentar, se desgarran, se rompen y generan una úlcera en la que la sangre se coagula. El factor tisular es el producto final que crea el coágulo cuando una de estas placas generadas se rompe. Lo importante es evitar todo esto, prevenir la enfermedad arterioesclerótica que se gestando durante muchos años.Y eso se consigue tratando los seis factores de riesgo más importantes, causantes del 95% de los infartos de corazón o cerebrales: dos mecánicos –la obesidad y la presión arterial alta– dos químicos, –el colesterol elevado y la glucosa– y dos preguntas: si usted fuma o no, y si hace ejercicio.
Y cuál es la causa en ese 5% en los que no hay factores de riesgo. ¿Es posible sufrir un infarto por una emoción, un sobresalto?
Raramente una emoción causa un infarto. Lo que sí es importante es que el estado emocional de la persona la lleve a fumar, a no hacer ejercicio y a la obesidad. Y como consecuencia de los resultados de la personalidad, que es un problema de conducta, se puede llegar al fallo cardiaco. Esto no quiere decir que en un momento absolutamente crítico pueda descargarse mucha adrenalina y producirse un infarto. El tema de las emociones es importante, pero lo es mucho más por el cambio que produce en la conducta del individuo y los factores de riesgo que éste asume, que por el efecto directo de la emoción.
Influye la genética
No hay duda de que de 100 fumadores, 60 pueden hacer un infarto de miocardio y 40 no. Aquí entra la genética, pero decir que es la causa de la enfermedad o que dirige a aquellos que tienen factores de riesgo … pues no. Desde luego que hay patologías que pueden dar lugar al infarto desde un punto de vista genético, pero en general se produce por los factores de riesgo que hemos comentado.
Habla usted de la importancia de la alimentación para prevenir enfermedades coronarias, pero si a un niño se le pone delante un porción de pizza y una lechuga, no hay duda de cuál elegirá.
Nosotros llevamos a cabo un proyecto en Colombia con mil niños. A la mitad de ellos les mostramos aspectos acerca de la salud durante 70 horas. Les enseñamos cómo funciona el cuerpo, la importancia de los aspectos nutritivos, del ejercicio físico y también a controlar las emociones, a saber decir que no para que cuando lleguen a la edad en la que se les presente la droga sepan rechazarla. Este grupo se comparó con otro al que le dijimos lo que habían de hacer en un par de horas, no en setenta. Los resultados son espectaculares. El niño se cuida. Tiene la conciencia muy clara de lo que es importante. Llega a su casa y le pide a sus padres que les den vegetales, tomates, todo lo que lleva color.
Usted es uno de los impulsores de la polipíldora para tratar las enfermedades cardiacas. ¿Qué ofrece que no tengan los medicamentos convencionales?
Nació en una visita a Rusia hace muchos años. Estábamos viendo a un enfermo y le preguntamos si tomaba la medicación adecuada. Me dijeron que no porque en el país era muy cara. Entonces nos planteamos el tema de la polipíldora, porque uno de los aspectos que más encarece un producto es la distribución. De ahí nació la idea de aglutinar en un solo comprimido todos los ingredientes necesarios después de un infarto de miocardio. Además, es mucho más fácil tomar una píldora al día que tres o cuatro. Ya se ha aprobado en siete países. En España lo hizo el día 24 de marzo. La hemos hecho entre el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares y laboratorios Ferrer en Barcelona. Y digo esto porque todas las empresas multinacionales a las que llamé a la puerta para hacer la polipíldora me dijeron que era interesante pero que no estaban interesados. Ferrer es un ejemplo de nuestro país, este que tanto se critica.
¿Tiene la polipíldora menos tasas de abandono que los tratamientos convencionales?
El problema de esta sociedad es que no nos creemos vulnerables. Usted puede haber tenido un infarto, pero si se encuentra bien al cabo de un tiempo se abandonará: “Estoy fenomenal, ya no me hace falta medicación”. Y si no ha tenido un problema cardiaco, aún peor. Este concepto de que uno es invulnerable es la causa fundamental de que deje de cuidarse. Es un tema de educación. La población no está suficientemente mentalizada sobre los seis factores de riesgo que hemos comentado y la importancia que tienen en el infarto.
Resulta chocante hablar de una polipíldora cuando otras tendencias hablan de la medicina personalizada.
Es muy distinto hablar de cáncer que hacerlo de enfermedad cardiovascular. El problema con las patologías del corazón es que la gente no sigue el tratamiento porque no tiene sentido de vulnerabilidad. ¿Qué vamos a personalizar si la población deja de tomar medicación? La polipíldora va en contra de eso, pero es el primer estadio para prevenir el segundo infarto.
¿Vivir eternamente o vivir con calidad?
En USA la gente quiere vivir para siempre. En Europa, es fundamental la buena calidad de vida. Pero es sorprendete que, en ambos casos, el sentido de que han de cuidarse está por debajo de muchas prioridades. De lo que se trata es de alcanzar los dos objetivos y esto solo se consigue abordando el tema de la salud como un tema prioritario. No se trata de tomar chocolate negro o espárragos o adoptar una medida concreta. Es todo un conjunto educativo que lleva a priorizar la salud.
Marta García Fernández