¿Cuántas veces ha visto Parque Jurásico?
Catorce

¿Hay un antes y un después de esa película?
Es muy importante por varias razones. Por primera vez, podíamos ver en el cine una interpretación sobre los dinosaurios que se parecía mucho al paradigma que se impuso en Paleontología a partir de los años 70. Incluso desde el punto de vista paleontológico es muy interesante, aunque tiene errores. El propio Spielberg llegó a admitir que había cambiado cosas a pesar de lo que le decían sus técnicos. Pero, en general, tenemos que agradecerle que describiera a los dinosaurios de una forma parecida a como los paleontólogos creíamos que eran a finales del siglo XX. Obviamente, tuvo un impacto sociocultural muy alto e influyó decisivamente en el aumento del interés de la sociedad hacia la Paleontología. Cualquier aspecto de la ciencia que haga vibrar a la sociedad siempre es positivo.

¿Es la mejor película que se ha hecho sobreel tema?
La que me ha resultado más divertida es una americana de mi infancia que se llamaba El Monstruo de Tiempos Remotos (1953). Es una peli que relata el despertar de un dinosaurio en el Ártico tras una prueba nuclear. Está basada en un cuento de Ray Bradbury y describe cómo el animal es liberado de los hielos –se supone que es acuático, algo desconocido en Paleontología– y va bajando, nadando por la costa atlántica de Estados Unidos hasta la ciudad de Nueva York. Allí, después de comerse a un policía y otros desaguisados, es abatido con un proyectil radiactivo, con lo cual se cierra el ciclo: la energía nuclear despierta al monstruo y también lo abate. No tiene ningún rigor científico, pero es muy divertida y emocionante.

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¿Por qué ejercen tanta fascinación los dinosaurios?
Si se considera la iconografía draconiana clásica judeocristiana, hay algunos dragones que, cerrando un poco los ojillos, y quitándoles las alas, colmillos y algunos aditivos más, pueden parecerse a un tiranosaurio. La figura del dragón está metida en el genoma humano desde hace siglos. Cuando vemos un dinosaurio probablemente algo se despierta en nuestro cerebro que nos recuerda a un dragón. Por otra parte, en la tradición de muchas culturas, existen , gigantes, ogros y cíclopes que tienen un morbo muy especial. Yo creo que ese aspecto gigantesco –y ciertamente, algunos dinosaurios eran enormes–, también levanta sentimientos y emociones que proceden de humanidades muy anteriores a la nuestra..

¿Pero tantas pasiones como alguno de los entretenimientos actuales? ¿Tantas como el fútbol?
El fútbol es algo que llevamos tan metido dentro de nuestra esencia que es difícil que algo sustituya ese tipo de emoción. Además, cumple una función sociocultural, de reafirmación tribal. La suma de todo ello y el hecho de tener una selección campeona del mundo implica que este deporte está muy por encima de cualquier pasión que pudiera generar la ciencia.

Salvo que se creara un equipo de fútbol formado por dinosaurios.
Desde luego, un saurópodo de 80 toneladas en la portería impediría que entrara ningún balón. Y los velocirraptores, una de las especies dinosaurianas más inteligentes y con mayor capacidad atlética, eran tan rápidos que podrían saltar por encima de Iniesta y llegar a la portería con facilidad. Sí, quizá con un buen entrenador, y un árbitro del Jurásico, podríamos meterle algún gol a la Selección Española de Fútbol.

¿Qué cree que podría hacerse en Paleontología con el presupuesto de La Roja?
No me lo puedo ni imaginar. La dotación por parte del Ministerio para nuestros proyectos de investigación es de 40.000 o 50.000 euros para tres años. La Paleontología es una ciencia relativamente barata. Somos gente de bocata, chorizo y bota. Es verdad que ahora necesitamos mucho más dinero porque para hacer una excavación buena tienes que gastarte cientos de miles de euros en pocos meses. Y, además, las nuevas tecnologías requieren una financiación en aumento. En cualquier caso, la relación financiación/producción (publicaciones) es excelente en la Paleontología española.

Si yo dispusiera del presupuesto de La Roja, lo primero que haría sería crear un Instituto Nacional de Investigación de Dinosaurios. En este país tenemos canteras (esta vez en sentido literal) formidables. En los últimos años se han descubierto en España miles de huesos fósiles y cada vez hay más grupos de investigación. Si todo eso se pudiera coordinar y potenciar, sería una buena inversión.

¿Qué falsas creencias hay respecto a los dinosaurios?
La más extendida es que se extinguieron completamente al final del Cretácico, hace 66 millones de años, y no es cierto. Las aves son dinosaurios especializados en el vuelo. De hecho, son descendientes de formas como los velocirraptores, no los de Spielberg, claro, sino de otros más ajustados a la realidad. Eso nos plantea el hecho de que no todos se extinguieron, lo hicieron muchos de ellos, pero no los linajes de aves que ya existían durante el Cretácico Superior. Otro error se refiere a la coexistencia entre los dinosaurios desaparecidos, como tiranosaurios y triceratops, y la humanidad. Aunque debemos recordar que los seres humanos aparecieron en un planeta en el que existían representantes vivos de los dinosaurios, a los que llamamos aves.

¿Por qué han sobrevivido solo los dinosaurios voladores?
No está claro. La vida apareció, al menos, hace unos 3.800 millones de años. Eran formas muy simples, probablemente bacterianas. Los primeros animales que podemos ver en el registro fósil, esponjas y corales, tienen unos 600 millones de años.. Después, los últimos 500 millones de años han estado jalonados por multitud de extincionesen masa. Ha habido cinco fundamentales. La quinta se produjo hace 66 millones de años y se conoce como extinción del Cretácico Superior. Hay tres hipótesis que tratan de explicarla y mucha evidencia empírica que las apoya. La primera se basa en la caída de un meteorito, otra en erupciones volcánicas enormes en una zona de la India, y por último una gran regresión de los niveles oceánicos, que hicieron al planeta mucho más continental, con cambios climáticos muy importantes.

A partir de estos datos, ¿cómo explicar que desaparecieran todos los dinosaurios no aviarios y no los que volaban? Lo más probable es que se debiera a su tamaño. Es posible que hubiera un umbral a partir del cual no fuera posible la supervivencia y que, sin embargo, sí permitiera la pervivencia de las especies más pequeñas. Imagine un planeta con ecosistemas devastados, y con un tapete vegetal completamente degradado. Probablemente quedaría alguna planta con capacidad nutriente y quizá también algún insecto y pequeños invertebrados. En estas circunstancias sólo podrían sobrevivir vertebrados de pequeño tamaño, tanto herbívoros, como comedores de insectos u otros invertebrados.

¿Por qué algunos llegaron a ser tan gigantescos?
El tamaño de un animal es una consecuencia evolutiva. Lo mismo que un linaje determinado cambia morfológicamente con el tiempo, también varían sus medidas. Una de las hipótesis más razonables es lo que los ecólogos llaman las carreras de armamento. ¿En qué consisten? Se podrían resumir con un cuento que refiera dos recintos enemigos. Uno está amurallado y el otro tiene un gran cañón. Este último dispara y la muralla del otro ejército resiste el impacto de la bala. Entonces, los agresores dicen, “¡Uf!, necesitamos armamento más potente para poder derribar el muro y vencer al enemigo”. Y los otros piensan, “¡Uf!, vaya cañón que tienen” y refuerzan su perímetro. Y así, de forma recurrente,hasta donde uno quiera. Eso es una carrera de armamento. La evolución le da a los depredadores los medios, las armas, el tamaño adecuado para matar a determinadas presas. Pero las presas, evolutivamente, pueden también crecer para escapar del alcance de los depredadores. Esto es lo que se llama predopresión, es decir, un proceso de retroalimentación. También existen otras hipótesis al respecto. Por ejemplo, sabemos por la fisiología que los herbívoros terrestres cuanto más grandes son, mejor aprovechan los recursos tróficos de baja calidad.

¿Y eran verdes?
No tenemos ni idea. Algunos estudios, aunque recientemente cuestionados, han revelado que se puede saber el color de las plumas de algunos dinosaurios de hace más de 100 millones de años gracias al análisis de unos orgánulos que se llaman melanosomas, que son los que tienen los pigmentos de la piel, pelo o plumas. Observados mediante el microscopio electrónico de barrido, estos corpúsculos pueden dar idea del color que tenían los dinosaurios y establecerse diversas categorías de color en términos generales. Básicamente, tres: blanco, negro y tonos rojizos. Verde no. Nadie ha descrito hasta ahora un dinosaurio verde (excepto en la ciencia ficción, claro).

Usted es el autor de ocho nuevos géneros de dinosaurios. ¿Se puede saber cuántas especies había?
Es difícil decirlo con exactitud. Las últimas estimaciones se hicieron hace algunos años. Yo diría que andan por 800… si no cuentas, por supuesto, las especies de dinosaurios actuales, las aves. En ese caso, se pueden superar las 10.000.

Usted comenzó a trabajar en el yacimiento de Las Hoyas, Cuenca, en 1986. ¿Qué tiene este enclave?
Es un referente importante, sobre todo de los ecosistemas continentales en el Cretácico Inferior. Las Hoyas representa un humedal de hace 125-130 millones de años. Tiene dos particularidades. Primero, su elevada tasa de sedimentación, la alta posibilidad de que cualquier organismo, planta, pez o dinosaurio muriese y, fuera a parar al fondo de una laguna donde era cubierto rápidamente por sedimentos. Este paraje tenía, al menos, 130 formas diferentes de especies de animales y plantas. Por otra parte, están las características de los sedimentos. Eran lodos de carbonato cálcico. En el transcurso de millones de años se generaron lajas carbonáticas, una roca de grano muy fino que permite ver, por ejemplo, los nervios de las alitas de una libélula fósil. O las impresiones de las escamas de la piel del pie de un dinosaurio de seis metros, como Concavenator, que, por cierto, son iguales a las de una gallina. Eso confirma la hipótesis de relación de parentesco dinosaurios-aves.

Esas dos circunstancias hacen muy especial el yacimiento de Las Hoyas. Llevamos 30 años excavándolo y estudiándolo. Y claro, la información que tenemos en la actualidad sobre su biota, la flora y la fauna, es muy valiosa. Incluso disponemos de evidencias de determinados organismos como hongos y bacterias, y empezamos a saber también cómo era la estructura ecológica de un humedal de hace más de 100 millones de años.

¿De qué hallazgo está más satisfecho?
De un ave hallada en Las Hoyas, Eoalulavis, que significa álula primigenia o álula del amanecer. Es del tamaño de un jilguero. No conservamos el cráneo, pero sí gran parte del resto del esqueleto. Una de sus particularidades es que tiene álula o alabastarda, es decir, un penacho de plumas que se fija al primer dedo de la mano en el ala. Es un elemento absolutamente imprescindible para hacer un vuelo de precisión. Esas piruetas que, por ejemplo, vemos hacer a las palomas, son posibles en gran parte gracias a ello. Funcionalmente, es similar a alguno de los equipos que llevan los aviones. Sirve para frenar en el aire sin perder sustentación. O sea, por primera vez, encontramos evidencias de que las aves, de hace más de cien millones de años, tenían capacidades voladoras comparables incluso a las de las actuales. Otro detalle también importante es que en la caja torácica encontramos restos de esqueletos de crustáceos acuáticos parecidos a los cangrejos. Era también la primera vez que se encontraban indicios de la alimentación de un ave de hace más de 100 millones de años.

Marta García Fernández