Cuando vemos casos como los que trata Pedro G. Aguado en su programa Hermano Mayor, la mayoría de nosotros pensamos que este tipo de conductas son fruto de personas a los que su entorno o su educación les ha llevado hasta ahí. Sin embargo, según un estudio reciente del Institut Universitarie en Santé Mentale de Universidad de Montreal parece que, además, hay cierta predisposición genética.

Los investigadores estudiaron a 1.337 jóvenes de entre 17 y 18 años del condado sueco de Västmanland a los que extrajeron muestras de ADN y les sometieron a cuestionarios sobre delincuencia, conflictos familiares, experiencias de abuso sexual y calidad de relación con sus padres.

Tras analizar todos los datos encontraron que las conductas agresivas están relacionadas con tres genes: El gen monoamino oxidasa A (MAOA), una enzima clave en la producción de serotonina; el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), un gen que modula la plasticidad neuronal y el transportador de la serotonina 5-HTTLPR, que ya se había demostrado antes que predispone a las personas expuestas a la adversidad en la niñez a ser más propensos a mostrar comportamientos antisociales y agresivos.

“Hemos encontrado que las tres variantes genéticas en una situación de conflicto familiar aumentan la probabilidad de comportamientos antisociales y delincuencia, mientras que en una relación positiva entre padres e hijos, disminuyen la probabilidad de desarrollo de estos comportamientos”, explicó Sheilagh Hodgins, que lidera este estudio.

Redacción QUO