Sin embargo, una simulación por ordenador realizada por el equipo de Rok Roškar, de la Universidad de Washington (EEUU), ha puesto en duda esa teoría. Según las imágenes resultantes, en las galaxias con brazos, como la nuestra, si uno de esos apéndices atrapa en su radio de acción a una estrella, puede desplazarla a lugares muy distantes. En caso de que nuestro Sol hubiera sufrido este proceso, se explicaría que otras estrellas cercanas tengan una composición química muy distinta.
Redacción QUO
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