Cleopatra fue rescatada en condiciones de lastima: sufría de malnutrición y deshidratación. Sus ojos estaban caídos, todo su cuerpo más arrugado de lo habitual y su caparazón, porque Cleopatra es una tortuga, tenía forma cónica. Este es uno de los primeros síntomas de la desnutrición en estos animales. Puede que no suena muy mal, pero esta forma hace que el caparazón sea más frágil y que, en caso de darse vuelta, la tortuga tenga muchas dificultades para volver a su posición natural. También causa mayor probabilidad de infecciones bajo el caparazón. Esta condición se conoce como osteodistrofia.
En el centro de rescate, Canyon Critters, restablecieron su dieta, pero el daño en el caparazón resultó irreversible.Afortunadamente para Cleopatra, un estudiante de la Colorado Technical University (CTU) estaba realizando un curso con el fundador del centro de rescate y discutieron el caso. Escanearon el caparazón y durante 600 horas se dedicaron a desarrollar el diseño perfecto para un nuevo “hogar” para el quelonio. En total se utilizaron cerca de 12 programas diferentes de software para conseguir el prototipo final. El caparazón, de un llamativo color rojo, se asegura con velcro al cuerpo de Cleopatra y está hecho de una resina biodegradable obtenida del maíz.
Puede que el color no sea el más adecuado, pero sí será el que le permita hacer lo que a las tortugas más les gusta hacer: subirse unas encima de otras y caerse de lado.
A lo largo de la vida de Cleopatra, que siendo una tortuga leopardo (Geochelone pardalis) puede llegar a los 100 años, precisará de varios caparazones que sigan su crecimiento.

Juan Scaliter