Acompañando la noticia del descubrimiento de una nueva especie humana, el Homo naledi, se distribuyó ayer una imagen de lo que pudo ser su rostro. Con su piel oscura, sus arrugas, su barba e incluso una significativa expresión en los ojos. Pero, si los únicos testimonios físicos que tenemos de este ancestro son huesos fósiles (muchísimos, por cierto) ¿Cómo se llega a recrear un rostro de apariencia tan cercana?

Gracias al trabajo del paleoartista John Gurche , el principal responsable de recubrir de carne el desnudo hueso de H. naledi. En este vídeo de National Geographic (la National Geographic Society ha sido una de las impulsoras del descubrimiento) explica cómo se ha basado en la comparación de rasgos de grandes simios, simios, orangutanes y humanos para llegar al sorprendente resultado final. Algunas de las formas, como la de la nariz, vienen marcadas por las características del cráneo, que en este caso pedía “una nariz proyectada hacia delante, característica de los humanos”, según relata Gurche. Sin embargo, las orejas, o el color de la piel son el resultado de conjeturas basadas en la experiencia.

El artista expresa que, tras trabajar en esas decisiones anatómicas individuales, contemplar por primera vez el rostro de una especie nunca vista, resulta un momento lleno de emoción. Especialmente en un ancestro “fascinante para trabajar con él por su extraordinaria combinación de rasgos primitivos y humanoides”.

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Antes del H. naledi, Gurche ha reconstruido diversas especies de dinosaurios y de los géneros Australopithecus y Homo. En su nuevo libro Shaping Humanity, recoge el desafío de poner cuerpo a los fósiles de nuestros antepasados.

Pilar Gil Villar