Como diría Gertrud Stein: “Un saltamontes es un saltamontes es un saltamontes es un saltamontes”, pero una langosta, una langosta es una plaga. ¿Qué hace entonces que los pequeños insectos verdes se transformen de pronto en unos insaciables e imparables bichejos marrones que forman parte de las plagas bíblicas? De acuerdo con un estudio publicado en la revista Science, la culpa sería de la serotonina, un neurotransmisor que en los humanos afecta el sueño, la felicidad o la agresividad entre otras. En los grillos este compuesto químico actúa como la ira en Hulk, solo que pasan del verde al marrón. Y lo hacen en un par de horas.
El estudio se llevó a cabo en la especie Schistocerca gregaria, propia del desierto africano y responsable de varias plagas y daños a los cultivos recientemente. La metamorfosis, tan pronunciada que hasta 1920 se pensaba que se trataba de dos especies distintas, tendría que ver con la falta de recursos y la superpoblación en lugares reducidos. Estas condiciones dispararían la segregación de serotonina que pone a los tímidos saltamontes en modo Terminator.
Y en ese estado lo único que los detiene es la falta de alimento o un océano.
Malcolm Burrows, profesor de zoología en la Universidad de Cambridge y uno de los responsables del artículo, señala que cuando se les administró” sustancias que bloquean la serotonina, el saltamontes no se transformaba, ni siquiera si estaba rodeado de otros que sí lo habían hecho. También es posible revertir el estado, pero en lugar de horas toma varios días. Pero esto en la naturaleza no ocurre ya que las crías de langosta que nacen en medio de una plaga, serán como sus padres”.
Esta investigación permitirá desarrollar químicos específicos que inhiban la producción de serotonina en saltamontes. Afortunadamente solo 10, de las 8.000 especies de ellos pasan de Dr. Jekyll a Mr. Hyde.
Juan Scaliter