La música de los ascensores es lo que tiene: nos aísla del entorno y nos permite divagar y pensar cualquier cosa: el gordo de la lotería, la cena de la noche… Pero en el preciso momento en que se abre la puerta y damos el primer paso para salir, hay otra persona allí y nos paralizamos por un instante. Y eso no solo se detiene nuestro cuerpo, sino también nuestro pensamiento: olvidamos por completo el viaje que íbamos a hacer con el premio de la lotería.
Un nuevo estudio de la actividad eléctrica del cerebro, publicado en Nature Communications, aporta una explicación a este suceso. Los investigadores, liderados por el neurocientífico Adam Aron, sugieren que el mismo sistema del cerebro que participa en la interrupción del movimiento de nuestro cuerpo también detiene la cognición, descarrillando el tren de los pensamientos. El hallazgo puede dar importante información sobre la enfermedad de Parkinson. Los pacientes que padecen esta dolencia, entre otros síntomas, podrían catalogarse como lo “opuesto a disperso”, con un hilo de pensamiento difícil de cortar.De acuerdo con Aron, sus resultados podrían permitir relacionar la región del cerebro del cerebro que los mantiene tan “concentrados” con los problemas motores de los pacientes con Parkinson.
El estudio midió la actividad eléctrica del cerebro de 20 voluntarios sanos y 7 con Parkinson, centrándose en particular en el núcleo subtalámico (STN), un pequeño grupo de neuronas que en los mamíferos está asociado al movimiento y que constituye el principal objetivo de la estimulación cerebral profunda en la enfermedad de Parkinson. Los resultados demostraron que los acontecimientos inesperados (como chocarse de frente con alguien al salir del ascensor) manifiestan la misma firma cerebral que quedarse paralizados y cuanta mayor actividad se detectaba en el STN, más afectada resultaba la memoria de las personas.
Las conclusiones permitirán buscar mecanismos para regular la actividad en esta región con el objetivo de tratar a pacientes con Parkinson

Juan Scaliter