El pasado mes de febrero un avión se vio obligado a desviarse por una pelea entre miembros de la tripulación en pleno vuelo. En marzo, hubo otro percance en un vuelo a Los Angeles porque cinco mujeres discutieron acaloradamente por el volumen de la música. Aún más cómica fue otra situación ocurrida en 2010. Un azafato, harto de la actitud de una de las pasajeras, abrió el tobogán de emergencia y se largó a la francesa para nunca más volver. Estas situaciones, que pueden parecer hechos aislados, son más frecuentes viajando a 12.000 metros de altura que en cualquier otro contexto. Al menos eso es lo que afirma una nueva investigación publicada en la revista especializada Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Según las conclusiones de los científicos de la Universidad de Toronto, el foco de los problemas es el área destinado a pasajeros que viajan en primera clase. Como explica Katherine DeCelles, autora principal de la investigación, «los aviones modernos reflejan un microcosmos social de la sociedad de clases«. La investigadora argumenta que esta zona de la cabina hace más latente la desigualdad económica existente entre los pasajeros. «Esto puede conducir a los comportamientos agresivos que algunas personas muestran en los aviones». Al parecer, tener una mayor conciencia de la desventaja que hay entre ambas clases sociales puede «aumentar las emociones negativas y comportamientos agresivos en las personas».
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron la información e incluso tuvieron en cuenta las circunstancias del vuelo, si había habido retraso y, por supuesto, si había zona de primera clase, si los pasajeros de turista se veían obligados a pasar por este área para ir al baño o llegar a sus asientos.
Fue así como se percataron de que los conflictos en el aire eran cuatro veces más frecuentes en aquellos aviones que poseían zona de primera clase que en los que no. «Esto viene ser equivalente a los conflictos que pueden generarse entre pasajeros que han esperado casi 10 horas a un avión que llega con retraso». Cuando pusieron toda su atención en las cabinas que poseían una zona de primera clase observaron que el riesgo de agresividad era 2,2 veces mayor si los pasajeros ubicados en turista tenían que pasar obligatoriamente por esta zona para llegar hasta sus asientos (el equivalente a un retraso de seis horas).
La investigación trató de averiguar también los motivos de los incidentes. En el 32% de los casos fueron provocados porque alguno de los pasajeros había bebido demasiado. En un 29% por un comportamiento beligerante y en el 19% de los casos los conflictos se produjeron por no querer seguir las instrucciones de algún miembro de la tripulación.
Si piensas que un billete de primera clase puede hacerte inmune a la rabia de los pasajeros te equivocas. Según concluyeron los investigadores, los incidentes de cólera en un vuelo eran 12 veces mayores entre los que viajaban en primera clase que en clase turista.
Fuente: Physical and situational inequality on airplanes predicts air rage (PNAS)
Redacción QUO