Todo comenzó cuando investigadores de la Universidad de Berkeley (EEUU) y la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza) analizaron ratones con una alta esperanza de vida. Los resultados demostraron que estos exhibían un aumento en la expresión de determinadas enzimas presentes en las mitocondrias y que están relacionadas con incrementos en los niveles de estrés, como el hambre.
Para ver cómo ocurría esto, los expertos utilizaron como modelo de estudio al gusano C. elegans y descubrieron que los cambios que desencadena la mitocondria duran toda la vida aumentando la el tiempo vivido y la salud. El mismo mecanismo también sería efectivo en los mamíferos, lo que permitiría crear medicamentos que accionen este interruptor, mejorando nuestra función metabólica y extendiendo la longevidad.
“Dos de las enzimas que descubrimos – explica Andrew Dillin, de la Universidad de Berkeley, en un comunicado – no solo están muy correlacionadas con la esperanza de vida, sino que se trata de la mayor correlación genética que jamás se haya encontrado de aumento de longevidad vida en ratones. Y las dos son variantes de origen natural. Sobre la base de lo que vemos en los gusanos,activando estas enzimas podríamos reprogramar el metabolismo para mejorar la salud, con un posible efecto secundario: alteración de la vida útil”. El estudio ha sido publicado en Cell.
Juan Scaliter