¿Has oído hablar alguna vez de las sepulturas de corredor? Se trata del tipo de tumbas que solían utilizar en el Neolítico y de las cuales nos quedan aún un puñado de ellas por toda Europa, desde Portugal hasta Escandinavia pasando incluso por el norte del continente africano. En nuestro país quedan algunas en Euskadi, Cantabria y Galicia. Su nombre se debe a que están techadas en su mayoría y comunicadas a través de estrechos pasillos a los que se solía acceder mediante una ‘puerta’ estrecha realizada con megalitos o piedras (estos últimos al aire libre).
Teniendo en cuenta sus características, resulta complicado pensar que pudieran utilizarse como observatorio astronómico ¿verdad? Pues esta es la teoría que ha presentado Fabio Silva en el Encuentro Anual de Astronomía de Nottingham. El investigador considera que estos pasillos eran utilizados como observatorio astronómico al amanecer, momento en el que es evidente que la observación es más compleja desde el exterior. El truco está en que las paredes de estos corredores podrían bloquear la luz ambiental a la vez que ayudaba a que los ojos del espectador se adaptasen a la oscuridad. Una auténtica genialidad.
[image id=»81579″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Además, según Silva, estas tumbas servían como escenario de rituales en los que se conmemoraba el paso de la niñez a la adolescencia. La gran prueba que debían pasar los cadetes era permanecer dentro de una de estas sepulturas durante la noche con un maestro para que este pudiera revelarle valiosos conocimientos sobre eventos astronómicos. La hipótesis no es nada descabellada, ya que gran parte de las sociedades prehistóricas regían su vida, migraciones y cultivos con relación a estos eventos.
Para llegar a estas conclusiones, Silva y su equipo investigaron varias sepulturas de corredor en Portugal, las cuales databan de hace nada menos que 6.000 años. Fue así como descubrió que estos pasillos habrían permitido la observación de la aparición de Aldebarán al amanecer el pasado mes de abril. A otros investigadores como Frank Pendergast, del Instituto de Tecnología de Dublín, la teoría no le parece ninguna barbaridad. Recientemente, él descubrió que más de un centenar de tumbas en Irlanda están alineadas con el amanecer o el atardecer.
Gracias a que disponemos de varias repartidas a lo largo de nuestra geografía, siempre puedes hacer un plan ‘del neolítico’ e introducirte en una de ellas al amanecer para observar las estrellas y escrutar el cielo como lo hicieron en su día nuestros antepasados.
Fuente: telegraph.co.uk
Redacción QUO