Vivimos rodeados de conspiraciones. Y una de ellas, que se resiste a morir pese a los que ya han dicho los científicos en numerosas ocasiones, es la de los llamados chemtrails. Quienes creen en ella afirman que esas estelas de condensación que se ven en el cielo, tras el paso de los aviones son fruto de una estrategia intencionada, que buscaría esparcir productos químicos por la atmósfera con propósitos oscuros y diversos que van desde cambiar el clima, hasta esterilizar a la población para evitar la masificación del planeta.
Numerosos estudios científicos han revelado ya en varias ocasiones, que esas hipótesis carecen de credibilidad. Y ahora, una nueva investigación se suma a las ya existentes. Ha sido realizada por un equipo de Instituto Carnegie y, según sus resultados, 76 de los 77 científicos participantes en este estudio afirman no haber encontrado ninguna prueba verosímil que respalde la teoría de la conspiración.
Según dichos especialistas, los llamados chemtrails son en realidad nubes de vapor de agua que se forman en torno a los escapes de los aviones, y se trata de estelas inofensivas que, a diferencia del combustible, no contaminan.
Pero lo más llamativo del estudio es que incluye un gráfico que asegura que el 1,3% de los participantes si afirma haber encontrado indicios de que los chemtrails podrían ser el resultado de un plan de fumigación química a gran escala. Ese 1,3% equivaldría tan solo a un investigador, ese número 77 al que hemos aludido en la entradilla.
Aunque el estudio aclara que las evidencias que dice haber encontrado, en realidad se reducen a una sola, y que consiste en que el investigador detectó unos niveles anómalos y muy elevados en la atmósfera de un compuesto químico llamado bario, en un área en el que los niveles de dicho compuesto químico en el suelo eran muy bajos. Lo que resultaba bastante extraño, ya que ambos deberían ser más o menos similares.
Y, desde aquí nos apostamos algo, a que quienes están convencidos de la existencia de un plan secreto tras los chemtrails, se agarrarán a esta pequeña discrepancia en los resultados, para reafirmar su creencia. ¿O no?
Fuente: estudio http://iopscience.iop.org/article/10.1088/1748-9326/11/8/084011/meta
Vicente Fernández López