A finales de marzo pasado los científicos comenzaron a disponer de las primeras imágenes, de TW Hydrae, una estrella a “apenas” 175 años luz de la Tierra. Y se quedaron sumamente sorprendidos. Gracias a la cercanía y a la resolución del telescopio ALMA (Large Millimeter/submillimeter Array) , capaz de detectar motas de polvo de tamaño milimétrico, los expertos descubrieron un disco de color rojo-naranja rodeado de franjas circulares similares a los surcos de un disco de vinilo. Era el retrato de un disco protoplanetario, compuesto de granos de gas y polvo, asociados a una estrella joven (TW Hydrae tendría un centenar de años) y en donde se podrían formar planetas.

En aquel momento, los astrónomos especularon que estos surcos podrían indicar la presencia de protoplanetas, y, para mayor interés, algunos se encontraban aproximadamente a la misma distancia de TW Hydrae que la Tierra está del Sol, lo que planteaba la posibilidad de hallar un exoplaneta similar a la Tierra.

Pero parece que no será así. Un equipo internacional dirigido por Barbara Ercolano, ha comparado las nuevas observaciones con modelos teóricos de la formación de planetas y los resultados, publicados en Monthly Notices de la Royal Astronomical Society (MNRAS), indican que los surcos tendrían que ver con la foto-evaporación y no con la formación de planetas. Este fenómeno se produce cuando la intensa radiación emitida por la estrella calienta el gas y le permite alejarse del disco. Es una de las principales fuerzas que dan forma al destino de los discos circunestelares. No sólo puede destruir este tipo de discos, también puede impedir que los planetas, en sus primeras etapas de formación, interactúen con la estrella y queden congelados en una órbita. Para Ercolano, esto es, desafortunadamente para las expectativas de los científicos, lo que se está viendo: una estrella quelo tenía todo para formar planetas, pero no lo ha conseguido.

Juan Scaliter