De acuerdo con Médicos Sin Fronteras, la necesidad de mantener las vacunas dentro de un rango de temperaturas de entre 2 y 8 °C, es uno de los principales factores detrás de las bajas tasas de cobertura de inmunización y encontrar una pronta solución, sobre todo en áreas remotas y en países en desarrollo, resulta vital.
Afortunadamente un grupo de científicos del Laboratorio de Nanomateriales Supramoleculares e Interfaces (SUNMIL) de EPFL, en colaboración con científicos de Milán, Turín, Leiden y Oregón, han encontrado una solución efectiva y muy económica.
La nueva técnica consiste en tres pasos que evitan el deterioro de las propiedades de la vacuna, durante un máximo de 70 días. El primer paso es aplicar presión osmótica sobre el componente principal de la vacuna: el virus inactivo, mediante una nube de nanopartículas cargadas negativamente. Originalmente, el virus ya está sometido a una presión osmótica externa debido a su material genético (ARN o ADN), que tiene una alta carga negativa. Las nanopartículas forman una nube de objetos cargados negativamente que no pueden entrar al virus, generando así presión contra-osmótica que mantiene intacto el virus.
El segundo paso es endurecer la cápside del virus (el “escudo” del material genético, formada por proteínas), añadiendo polímeros. Con esto se logra estabilizar al virus. Finalmente se agrega sacarosa (un tipo de azúcar) lo que hace que el ambiente sea más viscoso y retrasa las fluctuaciones que deterioran la vacuna. “Es un poco como agregar miel, todo el movimiento se ralentiza – explica Francesco Stellacci, lider del equipo de l SUNMIL y principal autor del estudio publicado en Nature en un comunicado – . Gracias al primer paso, la vacuna permaneció completamente intacta durante 20 días con una vida media estimada de 70 días. Tras el último paso, el 85% de las propiedades de la vacuna estaban intactas después de 70 días”.
Las vacunas fueron probadas en roedores con éxito.
El cuidado en la cadena de frío, afirman los expertos en el comunicado, representa casi el 80% del costo de los programas de vacunación. Y eso, hasta ahora, había sido un impedimento significativo.
Juan Scaliter