Como todos los finales de diciembre, la revista Science anuncia hoy el mayor Avance Científico del Año y una lista de finalistas. Todos elegidos por un jurado de escritores, periodistas y científicos que, en esta ocasión, no han tenido que pensárselo mucho. Su admiración va para la detección de un fenómeno astronómico: las ondas gravitacionales. Estas “arrugas” en el espacio tiempo surgen por el choque de dos masas en el Universo, y se propagan a la velocidad de la luz. Llevaban un siglo en el reino de la teoría y su propio padre intelectual, Albert Einstein, dudaba de que jamás pudiéramos percibirlas.
Pero el pasado 11 de febrero, los responsables del experimento internacional LIGO anunciaron que habían recibido su señal. Inequívoca. Una vibración que había surgido a 1.300 millones de años luz con la colisión de dos agujeros negros. Desde que se empezaron a diseñar las inmensas instalaciones del Observatorio de Ondas Gravitacionales en Interferómetro de Láser (LIGO, por sus siglas en inglés), con dos detectores en los estados de Washington y Louisiana, habían pasado 40 años. Pero el esfuerzo mereció la pena. No solo se aportaba una prueba de peso a la teoría de la gravedad de Einstein, también se abría una nueva herramienta para estudiar los fenómenos astronómicos.
Nuestro compañero Andrés Masa relató así su descubrimiento.
Junto a él, los expertos convocados por Science han destacado especialmente estos otros avances de los últimos doce meses:
– Nuevas proteínas de diseño, que no existen en la naturaleza y pueden servir para una vacuna potencial contra ciertas cepas de la gripe o para crear moléculas que transporten medicamentos por el cuerpo.
– Inteligencia artificial: el programa AlphaGo que venció a un campeón humano en el juego de Go.
– Conversión de células madre de ratón en óvulos fértiles, un paso hacia nuevos tratamientos de fertilidad.
– Descubrimiento del exoplaneta Proxima b.
– El análisis genético prueba que nuestros ancestros dejaron África en una sola ola migratoria hace unos 70.000 años.
– Secuenciadores de ADN de bolsillo con nanoporos.
– Metalentes microscópicas, mucho más delgadas y ligeras que las tradicionales.
– Librarse de las células agotadas en ratones, alarga su vida y tienen menos enfermedades, como la artritis.
– Los primates no humanos tiene una “teoría de la mente” que se consideraba única de los humanos. Saben cuando otro primate tiene una idea equivocada.
Pilar Gil Villar