El Gran Colisionador de Hadrones ya es responsable de haber causado una muerte. La de una inocente (aunque también imprudente) comadreja que se introdujo en las instalaciones y falleció achicharrada por una descarga de 18.000 voltios, al morder el cable de uno de los transformadores.
Pero ese triste final la ha hecho pasar a la posteridad, ya que su cadáver disecado va a ser expuesto en el Museo de Historial Natural de Rotterdam, en el marco de una exposición titulada Cuentos de animales muertos, que pretende explicar como el mundo animal y el humano “colisionan” (nunca mejor dicho en este caso) cada vez con más frecuencia. Y en casos como este, con resultados letales.
Hay que decir que, en este suceso, el CERN también se llevó lo suyo porque la comadreja, al morder el cable, provocó una avería que obligó al colisionador a permanecer varios días parado. Y no ha sido el único suceso similar ya que, en 2009, un pájaro provocó un apagón en las instalaciones al dejar caer un simple trozo de pan sobre el sistema eléctrico.
Vicente Fernández López
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