Hemos pasado de los “ladrillos”, aquellos teléfonos enormes de la década de 1990, a los smartphones de hoy que se conectan a la red, coordinan nuestro hogar y ya actúan casi como consolas portátiles o cámaras fotográficas. Por si fuera poco en los últimos 5 años hemos visto el nacimiento de sensores inteligentes, smartwatches y asistentes del hogar…pero todos ellos tienen una cosa en común: necesitan conectarse a la red eléctrica para cargarse.

Para intentar evitar o al menos eludir esto, un grupo de expertos de la Universidad Tecnológica de Georgia, liderados por Zhong Lin Wang, se ha inspirador en el arte japonés de recortar y plegar piezas de papel para crear una batería que se recarga gracias al movimiento del cuerpo.

Se trata de un nanogenerador triboeléctrico (la palabra triboelectricidad significa electrificación por frotamiento) que obtiene su energía del movimiento de fricción generado por el usuario al moverse. Aunque no es el primero que diseñan, las versiones anteriores tardaban varias horas en cargarse y estaban hecha de materiales pesados como el acrílico. En un estudio publicado por la American Chemical Society, el equipo de Wang se inclinó por trabajar con piezas de papel de unos pocos centímetros y cubiertas de oro, grafito y papel de lija. Al presionar y liberar esta “batería” varias veces durante unos pocos minutos, se lograba suficiente energía como para cargar un mando a distancia, un reloj o diferentes tipos de sensores.

Juan Scaliter