Casi 350 años atrás, el astrónomo italiano Giovanni Domenico Cassini descubrió la división de los anillos de Saturno que hoy lleva su nombre y fue el primero, en dar una medida aproximada del sistema solar (se equivocó apenas en un 7%). Hoy, un estudio publicado en Science y realizado gracias a información obtenida por la sonda de la Nasa que lleva su nombre, ha hecho que ese mismo sistema solar, parezca un poco más pequeño.
Uno de los satélites de Saturno, Encélado, tiene un océano sepultado bajo 40 kilómetros de hielo. Pero a veces “parte del líquido que forma los océanos se escapa a través de grietas – señalan los autores en el estudio – y alimenta uno de los anillos de Saturno. En octubre de 2015, la sonda Cassini voló directo (a unos 19.000 km/h) hacia una de estas grietas para intentar capturar el líquido y analizar su composición”. Dicho análisis se realizó mediante el espectrómetro de masas a bordo de la sonda.
Los resultados señalan que Encélado podría albergar formas de vida simples, similares a las que existen en las profundidades de los océanos de la Tierra, aún sin la presencia de luz solar. Lo que se encontró fue que los gases lanzados por los géiseres contienen moléculas de hidrógeno y dióxido de carbono con un probable origen hidrotermal. Y en un entorno como este la vida es factible.
“Un ejemplo – afirman los autores en el estudio – son los microorganismos que obtienen energía usando dihidrógeno para producirmetano a partir de dióxido de carbono en un proceso llamado metanogénesis. Tales metabolismos son utilizados por algunas de las formas de vida más antiguas en la Tierra.

Los científicos, liderados por Hunter Waite, sostienen que bajo el hielo de Encélado, podría estar ocurriendo algo similar. Pero aún habrá que esperar mucho hasta que se encuentre algo más que condiciones aptas para la vida.

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Juan Scaliter