Lo más probable es que si estás leyendo esto, hayas nacido antes de que el reactor nuclear de Fukushima, en Japón, fuera golpeado por un tsunami en marzo de 2011. Lo que significa que hay una gran probabilidad de que te hayas “comido” unos mil plátanos en los últimos seis años. ¿Qué tiene que ver el tomate con la velocidad de la luz? Muy buena pregunta.
Los expertos habitualmente utilizan dos unidades para medir las cantidades de radiación: becquerelios (Bq) y sieverts (Sv). Los primeros son una unidad de medida equivalente a a una partícula que se descompone cada segundo. Y ahora llegamos al plátano. En esta fruta, de unos 150 gramos, hay unos 600 mg de potasio [396 mg por cada 100 g], que a su vez contienen unos 0,070 mg de potasio radiactivo. Medido en becquerels, son 18,5 (o unos 120 becquerels por kilo de plátano). La dosis equivalente a 365 plátanos, uno por cada día del año, es de 0,036 mSv. Pero no hay que asustarse, solo por vivir en nuestro planeta estamos sometidos a 2,4 mSv año.Esto no es algo tan arbitrario, ya que muchos utilizan la Dosis Equivalente a un Plátano (BDE por sus siglas en inglés) con este objetivo.
Para saber el efecto en nuestro cuerpo se utilizan los sieverts. Esta unidad describe la cantidad de energía radiactiva que recibimos de la radiación: 1 Sv es un joule de energía por cada kilogramo de peso corporal. Una dosis de 1 Sv no te llevaría a la tumba, pero provocaría náuseas intensas y dejaría un testimonio en nuestro cuerpo que nos afectaría de por vida. Siguiendo con el BDE, un plátano “aporta” a nuestro cuerpo 0.1 microsieverts por kilo. Una nadería. De hecho serían necesarios comerse unos 35 millones de plátanos, en una sentada, para que hablemos de una dosis letal.
Para saber el impacto del desastre de Fukushima, el Instituto Noruego para la Investigación Aérea calculó que la dosis de radiación a la que estuvimos sometidos, quienes no vivimos en Japón, es igual a 0,1 milisievert, una radiografía. Pero si estábamos en Japón, la cantidad recibida durante estos años se elevaría a 0.5 millisieverts, ya no una radiografía, pero tampoco para una mutación genética que nos convierta en superhéroes. Más bien una tomografía computarizada (TC) en el hospital. O mil plátanos.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores utilizaron datos recopilados por la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, un grupo que vigila las explosiones nucleares en todo el mundo midiendo la actividad sísmica y las partículas radiactivas en la atmósfera entre otros factores.
«Más del 80% de la radiación se depositó en el océano y en los polos – aseguró en un comunicado uno de los autores del estudio, Nikolaos Evangeliou –, así que creo que la población solo recibió una pequeña parte”. Quienes estuvieron cerca de Fukushima recibieron entre 1 y 5 milisieverts de radiación gamma, una cifra cercana a los 1,5 mSv a 3 mSv de radiación que recibe la tripulación de los vuelos de larga distancia.
Juan Scaliter