Todo comenzó por un artículo periodístico publicado en The New Yorker. Allí, en el retrato que se pintaba sobre el actual presidente de Estados Unidos, se citaba un comentario de Trump: “considera que el ejercicio es una práctica errónea, argumentando que una persona, al igual que una batería, nace con una cantidad limitada de energía”.La frase original fue publicada en el libro Trump Revealed, escrito por Michael Kranish y Marc Fisher, periodistas del Washington Post.Establecido el origen de la información, vamos a los hechos. Donald Trump roza el 1,9 metro de altura y pesa casi 120 kilos. Esto significa que solo durmiendo (sin tener en cuenta que se mueve, piensa o habla), consume unas 680 calorías.Una caloría es la cantidad de energía calorífica necesaria para elevar la temperatura de un gramo de agua 1 ºC. Para funcionar correctamente, todas nuestras células precisan energía. Trump está en lo correcto al señalar que nuestros cuerpos son máquinas que precisan energía, pues, en términos estrictamente físicos, respirar y hasta pensar, es un trabajo que altera el estado de movimiento de un cuerpo (sea un objeto o una persona).Y son los alimentos los que nos proporcionan energía. No ingerirlos lleva a la pérdida de masa muscular (el cuerpo la transforma en energía para reemplazar lo que no obtiene mediante la comida), a falta de concentración, debilidad, pérdida de cabello, visión, etc.En lo que evidentemente falla el presidente es al asegurar que nacemos con una cantidad limitada de energía, como si fuéramos baterías (a menos que hable de baterías recargables). Quizás el primer consejo que se le podría dar es que deje de ingerir cualquier tipo de alimento, a ver si puede seguir desarrollando sus tareas con la misma energía…valga la redundancia.
Juan Scaliter