La muerte de una pareja en Villafruela (Burgos) ocurrida estos días ha provocado que nuevamente se vuelva a hablar sobre los fitosanitarios. En este caso en particular, las primeras hipótesis de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil, vincula lo ocurrido a la aplicación de un tratamiento contra polillas, probablemente fosfuro de aluminio,en una vivienda próxima al domicilio de los fallecidos y que habría pasado a este a través del sistema de ventilación de las bodegas.

De acuerdo con el Ministerio de Agricultura y Pesca y Alimentación y Medio Ambiente, «los productos fitosanitarios son medios imprescindibles para la producción agrícola, pues los estragos potenciales de las diferentes clases de plagas, determinarían la inviabilidad de muchos cultivos en las zonas de producción de mayor interés económico y social e incluso la posibilidad de mantener almacenadas las cosechas. Sin embargo, la utilización de productos fitosanitarios puede tener otros efectos no deseables y es imprescindible que estos efectos no sean en ningún modo peligrosos para la salud humana, ni tampoco que lleguen a presentar niveles de riesgo inaceptables para el medio ambiente, incluidas la flora y la fauna silvestres”.

El fosfuro de aluminio, en particular, es un compuesto que trata de las plagas de gorgojos, palomillas y hasta ratas. Se dispersa por el aire y no tiene olor (excepto cuando se lo mezcla con ácidos o agua, que desprende un olor desagradable). Se utiliza para tratar los alimentos antes del transporte y, debido a su alta tasa de volatilidad, cuando llegan a nosotros, ya no se encuentra en la comida.

Juan Scaliter