Cuando vemos el sufrimiento ajeno, nos identificamos con quienes sufren. Pero nuestros sentimientos de empatía toman diferentes formas, como la angustia cuando imaginamos el dolor de otros o la compasión cuando nos vinculamos con lo que le ocurre. De acuerdo con un reciente estudio publicado en Cell, estos sentimientos producen distintos patrones de actividad cerebral. De hecho, los resultados mostraron que los sentimientos de empatía pueden parecer sutiles y personales, pero en el cerebro los patrones son predecibles entre diferentes sujetos.
«Los sentimientos de empatía – explica Yoni Ashar, líder de la investigación– son virtudes que queremos cultivar personalmente y en la sociedad. La comprensión de estas emociones podría abrir las puertas a aumentar este sentimiento en las relaciones personales y hasta en un nivel más amplio de la sociedad».
Para realizar el estudio, el equipo de Ashar analizó a 66 voluntarios mediante una resonancia magnética funcional (fMRI), mientras les relataban diferentes historias de superación. Gracias al fMRI los investigadores pudieron registrar los patrones de actividad cerebral y ubicarlos en un “mapa cerebral”. Y lo que descubrieron fue que la actividad cerebral asociada con la empatía no está arraigada en una parte del cerebro, en su lugar se extendía e involucra múltiples regiones. Por ejemplo, los patrones asociados con el cuidado empático, se superponen con sistemas en el cerebro asociados con la recompensa, como la corteza prefrontal ventromedial y la corteza orbitofrontal medial. En contraste, la angustia se superpone con los sistemas espejo, como la corteza premotora y los cortices somatosensoriales primarios y secundarios, que ayudan a un individuo a simular o imaginar lo que otra persona está sintiendo o pensando.
Tan similares eran los patrones entre los voluntarios, que el equipo de Ashar pudo predecir los patrones cerebrales de algunos de ellos antes de estudiarlos con el fMRI.
Juan Scaliter