CIENCIA

Un interruptor para convertirse en macho alfa

Los individuos de muchas especies del reino animal compiten entre sí con el propósito de formar un sistema de jerarquía social. Esto ubica a cada miembro del grupo en un determinado lugar y, en la mayoría de los animales sociales, les da prioridad respecto a los alimentos o en el apareamiento. A partir de esta jerarquía puede darse un fenómeno denominado «efecto ganador», en el que cada victoria ante un oponente de similares características, aumenta las probabilidades de ganar el siguiente enfrentamiento.

Para comprender mejor esta conducta, un grupo de científicos, liderados por Tingting Zhou, identificaron y analizaron un circuito neuronal en cerebros de ratón que desempeña un papel en el dominio social, la corteza prefrontal dorsomedial (CPFdM). La estimulación de las neuronas en esta zona, aumentó significativamente la probabilidad de que un ratón se convirtiera en el dominante durante los encuentros agresivos con otros ratones. Para llegar a esta conclusión, publicada en la revista Science, el equipo de Zhou sometió a ratones a prueba estándar de jerarquía social; en un tubo, dos ratones machos se enfrentaban entre sí y los investigadores registraban el nivel en que cada uno de ellos ejercía determinados comportamientos: iniciación de empuje, retroceso, resistencia, retirada o calma. Mediante el seguimiento de las neuronas individuales de la CPFdM durante estas pruebas, se descubrió un subconjunto de ellas que se mostraba más activas en los comportamientos de empuje y resistencia. El equipo seleccionó ratones con un rango social ya establecido e inhibieron dichas neuronas mediante un fármaco. Eso provocó que los animales seleccionados fueran menos agresivos, empujaban menos veces y durante menos tiempo, también se retiraban con mayor frecuencia.

Luego aplicaron técnicas de optogenética para estimular de forma continua las neuronas durante las pruebas de dominio social. Instantáneamente, los machos seleccionados ganaron a sus oponente, con los que antes habían perdido, un 90% de las veces, sin que se detecten efectos secundarios en su rendimiento motor o el nivel de ansiedad. Dicho efecto duraba al menos 24 horas.

Juan Scaliter

Juan Scaliter

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