Dos años atrás, cuando apenas iba al instituto, Perry Alagappan viajó a la India. Allí pudo ver el impacto de la industria tecnológica en las aguas subterráneas: toneladas de desechos electrónicos (teléfonos, ordenadores, cámaras, etc.) terminan en vertederos y los metales pesados que contienen contaminan las aguas poniendo en serio riesgo la salud de los seres vivos de la zona.
Para intentar evitar esto Alagappan desarrolló un filtro compuesto por nanotubos de carbono que han pasado por un proceso de epoxidación (muy básicamente la oxidación de alquenos) y luego se colocan en una matriz de fibra de cuarzo. Gracias a ello es posible eliminar más del 99% de metales pesados del agua, como plomo, mercurio cobre, níquel, cadmio o cobalto. Una vez saturados, los filtros se pueden lavar con vinagre y reutilizarse.
Tras ganar varios premios internacionales con su diseño, Alagappan fue invitado a la Universidad Rice, por el profesor Andrew Barron, para producir el filtro a escala.
De acuerdo con el estudio publicado en Nature, los filtros demostraron ser capaces de tratar 5 litros de agua en menos de un minuto. El material retenía casi el 100% de su capacidad para filtrar agua hasta 70 litros por cada 100 gramos. Después del proceso, los metales pueden extraerse para su reutilización o convertirse en un sólido para su eliminación segura. Las materias primas para el filtro son baratos y el vinagre es fácil de obtener, incluso en lugares remotos. “Todas las culturas del planeta sabe cómo hacer vinagre – explica Barron en un comunicado –. Esto es algo de un enorme impacto social que afectará positivamente a regiones remotas y en desarrollo. También tiene el potencial para aumentar la extracción de metales, en particular de las aguas residuales de minas”.
Los investigadores calcularon que un gramo del material podría tratar 83.000 litros de agua contaminada para cumplir con los estándares de la Organización Mundial de la Salud – suficiente para satisfacer las necesidades diarias de 11.000 personas.
Juan Scaliter