Nuestros cuerpos contienen células que parecen ser zombis, ya no se dividen como en su mejor momento, pero al mismo tiempo se niegan a morir. Estas células «vivas-muertas», llamadas células senescentes, participan en la curación de heridas y en la prevención del cáncer, pero a medida que envejecemos, pueden hacer más mal que bien. Por ejemplo, tienden a acumularse anormalmente en varios órganos, lo que contribuye a problemas tales como la osteoartritis, una inflamación crónica de las articulaciones, o la aterosclerosis, el endurecimiento de las arterias. Un reciente estudio, publicado en Aging Cell, sugieren que la eliminación de células senescentes del cuerpo puede prevenir enfermedades relacionadas con la edad y quizás incluso aumentar la esperanza de vida.

«Pero si quieres matar células senescentes para aliviar o prevenir enfermedades – explica Valery Krizhanovsky, líder del estudio, en un comunicado – es importante saber en primer lugar cuántas células hay”. Para conseguir esto, el equipo de Krizhanovsky, científicos del Departamento de Biología Celular Molecular del Instituto de Ciencia Weizmann, desarrolló un método compuesto de dos tecnologías.

El primero consiste en teñir el tejido para resaltar una característica molecular deseada, en este caso, las estructuras que identifican estas células como senescentes. La otra técnica, conocida como citometría de flujo, hace posible el recuento detectando células individuales en una solución y creando imágenes en alta resolución de dichas células. Usando este enfoque combinado, los autores del estudio descubrieron que en el tejido de ratones de dos meses de edad, la proporción de células senescentes se situaba por debajo del 1%, pero en los roedores de dos años, la cifra se elevaba hasta el 15% en ciertos órganos. Una diferencia mucho mayor de la esperada por el equipo de Krizhanovsky.
El avance permitirácontar estas células en humanos y determinar, por ejemplo, a qué edad comienzan a acumularse y evaluar el éxito de las terapias dirigidas a eliminarlas del cuerpo.

Juan Scaliter