¿Estarías dispuesto a sacrificar más de medio año de tu vida por formar parte de un experimento en el que debes estar aislado del mundo en un laboratorio espacial simulado? Sería como una especie de Gran Hermano científico, solo que sin grabación 24 horas y sin expulsiones semanales, en el que se recrearía la vida en una base lunar.

[image id=»94556″ data-caption=»Fuente: Xinhua News Agency» share=»true» expand=»true» size=»S»]

¿El objetivo? Estudiar un sistema de soporte de vida bioregenerativo, en un área sellada de unos 150 metros cuadrados, en el que coexisten diferentes animales, plantas o microorganismos. Junto a ellos 4 científicos, 2 chicas y 2 chicos, deben superar las condiciones físicas y psicológicas de estar aislados de la sociedad con la única ayuda proporcionada por una fuente de energía externa. No se trata de una propuesta a realizar, ya ha sucedido. De hecho, han logrado batir el récord de este tipo de experimentos: un total de 200 días dentro de la cabina conocida con el nombre Yuegong-1.

Detrás de todo este proyecto se encuentra la Universidad de Beihang, en Pekín, que decidió llevar a cabo esta misión para ayudar a dar con la información necesaria para la creación de una futura base lunar. De hecho, China ya estaba planteándose crear una en 2022 en la cara oscura de nuestro satélite natural, por lo que es imprescindible saber cuanto antes cómo podrían subsistir allí los astronautas que vayan durante un largo periodo de tiempo.

El proyecto consta de 3 fases: hubo una primera de 60 días con un primer grupo de 4 personas, seguida ahora de la de 200 que acaba de terminar, y una última en la que el primer grupo voluntario vuelve para completar 105 días nuevos.

¿Cómo es el interior de esta “base lunar”?

Consta de un área de unos 60 metros cuadrados dedicada a la plantación de vegetales o frutas (en este caso, fresas), una zona común de 42 metros cuadrados con 3 habitaciones y el resto del espacio está dedicado al comedor, un baño y un área donde poder depositar los desechos.

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El grupo que acaba de abandonar la cabina se encuentra ahora en el hospital donde están siendo examinados y están estudiando cómo se encuentran tras 200 días aislados en esas condiciones. Aseguran que ha sido una experiencia muy dura y que han echado en falta la luz solar, la comida o la familia (con la que se comunicaban vía Internet).

Además cuentan con una zona donde pueden criar animales, en este caso gusanos, los cuales contienen un alto contenido proteico. Estos son machacados y mezclados con harina para crear una especie de pan que se fríe en aceite y que les proporciona energía y nutrientes. Además de estos alimentos, también han podido comer pollo y cerdo previamente envasado al vacío. Pero el resto de los alimentos formaban parte de la parte regenerativa del proyecto.

Veremos cómo acaba el proyecto en 105 días y cuáles son sus principales conclusiones.

Fuente: Digital Trends | Shine

Alberto Pascual García