Los humanos siempre hemos tratado de explicar cómo nacieron las estrellas. La amplia gama de teorías a lo largo de la historia tiene un principio común (y correcto) que los astrofísicos todavía usan hasta nuestros días: al comprender las estrellas y sus orígenes, aprendemos más sobre de dónde venimos.
Sin embargo, la inmensidad de nuestra galaxia, y mucho más de todo el universo, hace que los experimentos para comprender nuestros orígenes sean costosos, difíciles y requieran mucho tiempo. De hecho, en los experimentos es imposible estudiar ciertos aspectos de la astrofísica, lo que significa que para obtener una mayor comprensión de cómo se formaron las galaxias, los investigadores recurren a superordenadores.
En un intento por desarrollar una imagen más completa de la formación de galaxias, investigadores del Instituto de Heidelberg, Max-Planck para Astrofísica y Astronomía, el M.I.T., la Universidad de Harvard y el Centro de Astrofísica Computacional en Nueva York, han creado una simulación que ayudará a verificar y ampliar el conocimiento existente sobre las primeras etapas del universo.
Así como la humanidad no puede imaginar exactamente cómo se originó el universo, una simulación por ordenador no puede recrear el nacimiento del universo en un sentido literal. En cambio, los investigadores ingresan en los sistemas informáticos, numerosas ecuaciones que representa una sección del universo y luego usan métodos numéricos para poner en movimiento este “universo digital”.
El equipo de expertos, coordinado por Dylan Nelson, simuló 3 áreas del universo en diferentes resoluciones. La de mayor tamaño abarcaba unos 300 megaparsecs de ancho, o aproximadamente mil millones de años luz, lo que la convierte en la de mayor tamaño hasta la fecha. El equipo recurrió al poder informático de una 35 millones de horas computacionales.
Los investigadores incluyeron en los cálculos los campos magnéticos (algo no muy habitual) lo que les permitió alcanzar una mayor precisión en la simulación. “Los campos magnéticos son interesantes por una variedad de razones – explica en un comunicado Volker Springel, uno de los autores del estudio, publicado en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society –. La presión magnética ejercida sobre el gas cósmico puede ocasionalmente ser igual a la presión térmica (temperatura), lo que significa que si descuidamos esto, se perderán estos efectos y los resultados quedarán comprometidos”.
Gracias a la mayor potencia de los ordenadores a la hora de procesar enormes cantidades de datos, los científicos han conseguido reunir mayor información, combinarla y remontarse más atrás en el tiempo. Es tiempo, ahora de evaluar los datos obtenidos.
Juan Scaliter