Parece que el culpable de este potente y mal olor es el sulfuro de hidrógeno, un gas que emana de los volcanes y profundidades de la Tierra, lo que explica, por ejemplo, que ciertas aguas termales (calentadas geotérmicamente) tengan mal olor.

Ahora, un grupo de astrónomos ha descubierto que ese gas también está presente en la atmósfera superior de Urano. Y se trata de una composición de sulfuro de hidrógeno diferente a la que se encuentra en las atmósferas superiores de los planetas gigantes de Júpiter y Saturno, donde domina el amoníaco, según afirma Leigh Fletcher, coautora del estudio y científica planetaria de la Universidad de Leicester (Inglaterra). El amoníaco está hecho de nitrógeno e hidrógeno, mientras que el sulfuro de hidrógeno está unido con azufre.

[image id=»96001″ data-caption=»El metano en la atmósfera le da a Urano su tono azul, como se ve en esta imagen del telescopio Keck de 2004.Imagen: Lawrence Sromovsky, Universidad de Wisconsin/Observatorio W. M. Keck» share=»true» expand=»true» size=»S»]

«Durante la formación de nuestro sistema solar, el equilibrio entre nitrógeno y azufre (y por lo tanto, el amoníaco y el recién detectado sulfuro de hidrógeno de Urano) fue determinado por la temperatura y la ubicación de la formación del planeta», aclara Fletcher.

Todo un desafío

Durante muchos años, los científicos han debatido sobre la composición precisa de la atmósfera superior de Urano. Algo complejo, ya que se carecía de instrumentos lo suficientemente sensibles como para detectar los gases que rodean su atmósfera.

Para el nuevo estudio, el equipo usó el telescopio Gemini North, de 26.5 pies (8.1 metros) que se encuentra en el volcán Mauna Kea ,en Hawaii. Los investigadores utilizaron el Espectrómetro de Campo Integral de Infrarrojo Cercano (NFIS) del telescopio, diseñado para obtener imágenes de los lados exteriores de los agujeros negros en galaxias lejanas, y ahora para muestrear la luz solar reflejada de la alta atmósfera de Urano.

Gracias a la enorme sensibilidad de ese instrumento, los investigadores pudieron detectar líneas muy tenues en el espectro de luz que indicaban que el sulfuro de hidrógeno había absorbido algunas longitudes de onda de la luz solar, tal y como aseguraron los científicos.

«Sólo una pequeña cantidad de sulfuro de hidrógeno permanece por encima de las nubes como vapor saturado», dijo Fletcher, y esto hizo que la detección fuera todo un desafío.

Una atmósfera desagradable

Estos hallazgos realizados por Fletcher y su equipo (y publucados el pasado 23 de abril en la revista Nature Astronomy), ayudarán a aclarar cómo se formaron tanto Urano como su vecino gigante de hielo: Neptuno.

Además, los expertos informaron de que existe la probabilidad de una reserva más concentrada de sulfuro de hidrógeno debajo de la cubierta de nubes, aunque esto, hoy por hoy, es difícil de detectar con los telescopios terrestres.

«Si un ser humano descendiera alguna vez a través de las nubes de Urano, se encontraría con condiciones y olores muy desagradables»

Sin embargo, las nubes en Urano definitivamente contienen químicos que un humano podría detectar. «Si un ser humano descendiera alguna vez a través de las nubes de Urano, se encontraría con condiciones y olores muy desagradables, si viviera milagrosamente para contarlo”, aseguraba el coautor del estudio Patrick Irwin (profesor de Física Planetaria de la Universidad de Oxford).

«La asfixia y la exposición en la atmósfera negativa de 200 grados centígrados (- 328 grados Fahrenheit) hecha en su mayor parte de hidrógeno, helio y metano, harían mella en él mucho antes que el olor», agregó Irwin.

Fuente: Live Science.

Belén Robles González