Incluso 800 años después de la muerte de Saladino, este sultán de Egipto y Siria, regente de un enorme área que incluía partes de Iraq, Líbano, Yemen y regiones del norte de África como Libia, sigue siendo famoso. Nacido en 1137, se convirtió en una leyenda, tanto en Oriente como en Occidente, por su triunfo sobre los cruzados en la batalla de Hattin, lo que le permitió recuperar Jerusalén para los musulmanes y desencadenó la Tercera Cruzada liderada por Ricardo I de Inglaterra (Ricardo Corazón de León). Su trato generoso hacia sus enemigos le valieron el respeto a lo largo de los tiempos, tanto que, en La Divina Comedia, Dante Alighieri, lo ubica junto a Sócrates, Aristóteles, Homero y Ovidio.
Pero, pese a todo lo que se sabe sobre él, su muerte sigue siendo un misterio. Cuando tenía 56 años, en 1193, unas fiebres lo atacaron y dos semanas más tarde, estaba muerto.

Después de examinar detenidamente una serie de pruebas sobre la condición de Saladino, Stephen J. Gluckman, llegó a un diagnóstico. El Dr. Gluckman, de la Universidad de Pensilvania, teoriza que fue la fiebre tifoidea, una enfermedad bacteriana que era muy común en la región en ese momento, la culpable más probable.
El diagnóstico fue presentado en la 25ª Conferencia Histórica Clínicopatológica. La conferencia está dedicada al diagnóstico de trastornos que afectan a figuras históricas; en el pasado, los expertos se han centrado en las enfermedades de figuras históricas como Lenin, Darwin, Eleanor Roosevelt y Lincoln.

El Dr. Gluckman, revisó cuidadosamente lo que se sabe sobre la historia médica de Saladino.“Practicar la medicina a lo largo de los siglos – explica Gluckman en un comunicado – requiere una gran dosis de pensamiento e imaginación. La cuestión de lo que le sucedió a Saladino es un rompecabezas fascinante”:

En la actualidad, la fiebre tifoidea es una enfermedad potencialmente mortal que se transmite por alimentos y agua contaminados. Los síntomas de la fiebre tifoidea incluyen fiebre alta, debilidad, dolor de estómago, dolor de cabeza y pérdida del apetito. A nivel mundial, la fiebre tifoidea infecta a unas 22 millones de personas al año y mata a 200.000.

Juan Scaliter