Las hormigas zombis se aferran a la vegetación aérea y allí permanecen durante meses, arrojando las esporas de sus hongos parásitos, pero los investigadores descubrieron que no siempre se sujetan a la mismas partes de la planta. Ahora, un grupo de científicos, liderados por Raquel G. Loreto, señalan que la elección de aferrarse a las hojas o a las ramas está relacionada con el clima y que el cambio climático obligó a los hongos a adaptarse a las condiciones locales. Los resultados se han publicado en Evolution.
Las hormigas zombies son en realidad varias especies de hormigas carpinteras que están infectadas con un hongo parásito. Aproximadamente la mitad de las especies de hormigas carpinteras pueden estar infectadas y cada especie tiene su propio hongo. Este fenómeno se produce en todos los continentes, excepto en Europa. Sin embargo, una hormiga zombi fósil, de hace 47 millones de años, se halló en Alemania, por lo que en tiempos remotos también existieron en Europa.
Las esporas de hormigas zombis caen sobre las hormigas y el hongo se multiplica en el cuerpo de la hormiga usándolo como fuente de alimento. Eventualmente, el hongo manipula la hormiga para trepar a las ramas y sujetarse a ellas mordiéndolas. Si una hormiga infectada muere en la colonia o en el suelo, tiene cero posibilidades de infectar a otra hormiga, por lo que llevar los cuerpos donde los hongos se pueden distribuir ampliamente es esencial para estos hongos.
“A fines del verano y principios del otoño – explica Loreto en un comunicado –, hay hojas y ramas en todas partes y allí residen las hormigas. Pero en las zonas templadas, los árboles son caducifolios y pierden sus hojas en el otoño. Allí, las hormigas muerden las ramas. Algunas de las hormigas no simplemente las muerden, sino que envuelven sus patas traseras alrededor de ellas y se aferran. Probablemente hagan esto porque morderlas no sea suficiente para sostenerlas”.
Juan Scaliter