Un equipo de biólogos de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA) ha descubierto miles de combinaciones de cuatro y cinco antibióticos, que son más efectivas contra las bacterias de lo que se creía hasta la fecha. Los hallazgos, publicados en Systems Biology and Applications, podrían ser un paso importante para proteger la salud pública en un momento en que los patógenos y las infecciones comunes se vuelven cada vez más resistentes a los antibióticos.

“Existe una tradición de usar solo un antibiótico, tal vez dos – explica la autora Pamela Yeh en un comunicado –. Estamos ofreciendo una alternativa que parece muy prometedora. No debemos limitarnos a medicamentos únicos o combinaciones de dos medicamentos en nuestra caja de herramientas médica. Esperamos que varias de estas combinaciones funcionen mucho mejor que los antibióticos existentes”.

Utilizando ocho antibióticos, los investigadores analizaron cómo cada combinación posible de cuatro y cinco fármacos, incluidos muchos con diferentes dosis, funcionaba contra E. coli. En total 18.278 combinaciones. El equipo de Yeh esperaban que algunas de las combinaciones fueran muy efectivas, pero se sorprendieron por la cantidad de combinaciones exitosas que descubrieron.

Por cada combinación que probaron, los investigadores primero predijeron qué tan efectivos pensaron que sería detener el crecimiento de E. coli. Entre las combinaciones de cuatro medicamentos, hubo 1.676 que se desempeñaron mejor de lo esperado y en el caso de las combinaciones de cinco fármacos, 6.443 estaban por encima de lo que se creía.

También hay que señalar que poco más de 7.500 no obtuvieron los resultados esperados.

“Algunos fármacos atacan las paredes de las células, otras atacan el ADN – añade Yeh – . Es como atacar un castillo o una fortaleza. Combinar diferentes métodos de ataque puede ser más efectivo que un solo enfoque. Un todo puede ser mucho más, o mucho menos, que la suma de sus partes, como a menudo vemos con el deporte. Aunque los resultados son muy prometedores, las combinaciones se han probado en un laboratorio y probablemente queden años para que puedan ser evaluados como posibles tratamientos en humanos”.

Juan Scaliter